Si hay algunos secos de vientre, yo estoy seco de mente. Sé que mi cráneo está llenito, pero tan duras las ideas que les cuesta salir. Hago fuerza, hago fuerza y resoplo vanamente. Se ponen rojas mis orejas y me duelen los párpados de tanto retener los globos oculares. Creatividad, seco de crea-tivi-dad. ¿Un laxante para la mente? No sé si me animo a probar eso. Por ahora escribo, y veo Les Luthiers.
Me preguntan si la hermenéutica telúrica incaica trastrueca la peripatética notrética de la filosofía aristotélica, por la iniquidad fáctica de los diálogos socráticos no dogmáticos, yo siempre les respondo que no. (Que no sé.)
sábado, 28 de febrero de 2009
viernes, 27 de febrero de 2009
Insano/
Toca su viola el insano/
Toca en un muelle y el mar/
De carnada ofrece sus manos/
Una melodía intentará pescar/
Una clavija ha sido el anzuelo/
La tanza, la cuerda del sol/
El insano afina con esmero/
Las cuerdas en su corazón/
Viene la noche y no ha habido pique/
A pique se fue su ilusión/
No sólo perdió una guitarra/
Sino que en blanco está su canción/
El poeta del pueblo le dice/
“Tranquilo amigo, ya pasará”/
Pero el insano lo mira jodido/
“Mejor tu carne que la mía será”/
No ha amanecido y ya está preparado/
No trajo viola, sino la mitad/
De un cello podrido que le ha regalado/
El hijo mismo de la iniquidad/
Arroja de nuevo su suerte/
Lo del poeta fue sólo amenaza/
No utilizaría inspiración ajena/
Y menos la de ese bocazas/
El insano sintió que tiraban/
De pronto, de su cordel/
Que era grande no cabe duda/
Por más que hizo fuerza, se fue a caer/
Y el agua se lo ha llevado/
Nunca más lo volveremos a ver/
Esa melodía que había pescado/
Fascinaba y era más grande que él/
Insano había nacido/
Insano quiso cantar/
Insana su mente lucía/
Mil poesías tiradas al mar/
Toca en un muelle y el mar/
De carnada ofrece sus manos/
Una melodía intentará pescar/
Una clavija ha sido el anzuelo/
La tanza, la cuerda del sol/
El insano afina con esmero/
Las cuerdas en su corazón/
Viene la noche y no ha habido pique/
A pique se fue su ilusión/
No sólo perdió una guitarra/
Sino que en blanco está su canción/
El poeta del pueblo le dice/
“Tranquilo amigo, ya pasará”/
Pero el insano lo mira jodido/
“Mejor tu carne que la mía será”/
No ha amanecido y ya está preparado/
No trajo viola, sino la mitad/
De un cello podrido que le ha regalado/
El hijo mismo de la iniquidad/
Arroja de nuevo su suerte/
Lo del poeta fue sólo amenaza/
No utilizaría inspiración ajena/
Y menos la de ese bocazas/
El insano sintió que tiraban/
De pronto, de su cordel/
Que era grande no cabe duda/
Por más que hizo fuerza, se fue a caer/
Y el agua se lo ha llevado/
Nunca más lo volveremos a ver/
Esa melodía que había pescado/
Fascinaba y era más grande que él/
Insano había nacido/
Insano quiso cantar/
Insana su mente lucía/
Mil poesías tiradas al mar/
jueves, 26 de febrero de 2009
Plantita rodadora II
Acá pasa otra, acá pasa otra,
grita el viento bostezando.
Una planta rodadora con inercia
que ni Galileo se atreve a molestar.
Toca su viola el insano/
toca en un muelle y el mar/
de carnada ofrece sus manos/
una melodía intenta pescar./
grita el viento bostezando.
Una planta rodadora con inercia
que ni Galileo se atreve a molestar.
Toca su viola el insano/
toca en un muelle y el mar/
de carnada ofrece sus manos/
una melodía intenta pescar./
El genio en la edad de piedra
Aún muchos no lo saben, pero los hombres de la edad de piedra tenían ya varios idiomas desarrollados, con palabras para cada cosa y nombres para las personas y animales domésticos. En esa época hubo un genio llamado Ggrrrggbbrr (que en su idioma significaba "gruñido"). Ggrrrggbbrr un día, comiendo pata de Manny, el mamut, sintió que una fibra de carne se le atascaba entre dos muelas. Histérico, pues no se las podía sacar, comenzó a gritar:
-¡Ggrrrrrrñññiigrrrgrrr! -Lo cual significaba: "gruñiiiido".
Pero, como era un genio, prontamente tuvo una buena idea. Salió corriendo a la orilla del lago, buscó unas buenas piedras y se puso a tallar. Los demás hombres de las cavernas se lo quedaban mirando extraño, sin comprender qué era lo que Ggrrrggbbrr estaba tratando de fabricar.
Tras muchos intentos, como luego le pasaría a Alva Edison, Ggrrrggbbrr terminó su invento: un escarbadientes de piedra. Contento y satisfecho consigo mismo, metió la delgada varilla de roca entre sus muelas y se puso a escarbar. Pero el escarbadientes era muy duro y terminó por romperle un diente.
Entonces se acercó otro hombre de las cavernas, riéndose de Ggrrrggbbrr, y le alcanzó una púa de puercoespín. Y sí, aún en la edad de piedra había mejores genios que otros.
-¡Ggrrrrrrñññiigrrrgrrr! -Lo cual significaba: "gruñiiiido".
Pero, como era un genio, prontamente tuvo una buena idea. Salió corriendo a la orilla del lago, buscó unas buenas piedras y se puso a tallar. Los demás hombres de las cavernas se lo quedaban mirando extraño, sin comprender qué era lo que Ggrrrggbbrr estaba tratando de fabricar.
Tras muchos intentos, como luego le pasaría a Alva Edison, Ggrrrggbbrr terminó su invento: un escarbadientes de piedra. Contento y satisfecho consigo mismo, metió la delgada varilla de roca entre sus muelas y se puso a escarbar. Pero el escarbadientes era muy duro y terminó por romperle un diente.
Entonces se acercó otro hombre de las cavernas, riéndose de Ggrrrggbbrr, y le alcanzó una púa de puercoespín. Y sí, aún en la edad de piedra había mejores genios que otros.
Dos verdes
Una noche de luna llena Hulk y Shrek se juntaron a tomar birras en un fogón. Todo iba bien, pura joda, hasta que Shrek quiso hacer un chiste y se tiró un pedo apuntando al fogón. Pero se pasó de la raya y terminó quemándole todo el pelo a Hulk. Inmediatamente él se enfureció, se puso musculoso y salió a perseguir al ogro. Lo cazó, lo mordió dolorosamente y huyó luego por el bosque.
Desde entonces, Shrek sufre todas las noches de luna llena una transmutación horrible. Pero nadie –nadie- sabe todavía en qué se convierte…
Desde entonces, Shrek sufre todas las noches de luna llena una transmutación horrible. Pero nadie –nadie- sabe todavía en qué se convierte…
miércoles, 25 de febrero de 2009
Tech
-La NASA desarrolló otra de esas súper bombas, ¿viste? Esas que son una onda que matan todo pero que no producen pérdidas materiales... Te dejan una ciudad llena de cadáveres, pero está lista para que vengan otros y la vuelvan a habitar.
-Zarpado.
-Sí, pero esta nueva bomba de la NASA ahora tiene alcance suficiente como para atacar todo Japón, imaginate. Y dicen que es tan pero tan fácil de usar que un nene de ocho años puede operarla de sólo ver los controles.
-Guau. Eso sí que es zarpado.
-¿Viste?
-Zarpado.
-Sí, pero esta nueva bomba de la NASA ahora tiene alcance suficiente como para atacar todo Japón, imaginate. Y dicen que es tan pero tan fácil de usar que un nene de ocho años puede operarla de sólo ver los controles.
-Guau. Eso sí que es zarpado.
-¿Viste?
La vida de Sholín Muhamaha III
Decían que Sholín Muhamaha era el más grande pensador después de Mahatma Gandhi, pero que desgraciadamente no se hizo famoso. Mataba el tiempo meditando, reflexionando sobre la vida, escribiendo, leyendo en más de setenta y dos idiomas y lenguas, haciendo ayunos cinco veces por año y tachando días en su calendario.
Sin embargo, después de su muerte, los himalayistas que encontraron su ermita trataron de desmentir esto, porfiando que habían encontrado el cadáver frente a una TV plasma con conexión satelital. Pero nunca pudo demostrarse ya que localizar el satélite del cual recibía señal la televisión fue, hasta hoy día, imposible.
Sin embargo, después de su muerte, los himalayistas que encontraron su ermita trataron de desmentir esto, porfiando que habían encontrado el cadáver frente a una TV plasma con conexión satelital. Pero nunca pudo demostrarse ya que localizar el satélite del cual recibía señal la televisión fue, hasta hoy día, imposible.
martes, 24 de febrero de 2009
Montaña
Antes de morir, ya seco de cenizas y con ojos ciegos, el anciano guardián, sin poder incorporarse, escribió con un dedo huesudo en el polvo del piso: “El olvido está permitido para los valientes que actuaron, pero es un sueño imposible para los cobardes que dejaron pasar sus oportunidades”. Después de expirar, la primera brisa invernal borró el mensaje.
Las piedras más pesadas
Tomaba un desayuno matutino en la plaza antes de irme a trabajar. El vagabundo me miró, sonriendo amargamente, y se sentó al lado mío.
-¿Trata usted bien a las mujeres? –me preguntó, metiendo cuidadosamente una mano con guantes sucios en el paquete de papel madera con sanguchitos.
-Por supuesto que sí. ¿Por qué pregunta?
-Porque me parece que estos sanguchitos están hechos con mucho amor.
-Por supuesto que sí. Mi esposa me ama.
-Y así debe ser… ¿Le puedo dar un consejo?
-Por supuesto que sí. Adelante.
-Las mujeres… -comenzó a decir, e hizo una pausa para terminar de tragar- son como las piedras: cuando uno las tira para arriba, siempre puede volver a atajarlas (a menos que sean muy pesadas y lo aplasten o que sean muy livianas y no pueda ver cuán lejos la arroja). Pero si las tira hacia abajo, tendrá que agacharse y ensuciarse las rodillas con tierra para poder tenerla nuevamente en la mano, si es que lo logra.
-¿Y por qué dice esto?
-Porque no me gustaría no probar nunca más uno de estos sanguchitos.
-¿Trata usted bien a las mujeres? –me preguntó, metiendo cuidadosamente una mano con guantes sucios en el paquete de papel madera con sanguchitos.
-Por supuesto que sí. ¿Por qué pregunta?
-Porque me parece que estos sanguchitos están hechos con mucho amor.
-Por supuesto que sí. Mi esposa me ama.
-Y así debe ser… ¿Le puedo dar un consejo?
-Por supuesto que sí. Adelante.
-Las mujeres… -comenzó a decir, e hizo una pausa para terminar de tragar- son como las piedras: cuando uno las tira para arriba, siempre puede volver a atajarlas (a menos que sean muy pesadas y lo aplasten o que sean muy livianas y no pueda ver cuán lejos la arroja). Pero si las tira hacia abajo, tendrá que agacharse y ensuciarse las rodillas con tierra para poder tenerla nuevamente en la mano, si es que lo logra.
-¿Y por qué dice esto?
-Porque no me gustaría no probar nunca más uno de estos sanguchitos.
La vida de Sholín Muhamaha II
Decían que Sholín Muhamaha era el más grande pensador después de Mahatma Gandhi, pero que desgraciadamente no se hizo famoso. Desde que nació, como en el 1498, hasta que murió, cinco siglos después, sólo tuvo una mujer. Se llamaba Dophinea y fue su primera instructora de yoga. Ella tenía setenta y tres años cuando Sholín Muhamaha tenía ocho.
Supuestamente ella es quien le rentó la ermita donde vivió casi toda su vida. Sholín Muhamaha le pagaba cada mes con cabras, vacas sagradas, angelitos o vinos, depende qué conseguía. Y cuando Dolphinea murió tratando de levitar desde el Empire State, a los noventa y cuatro años, él se adueñó ilícitamente de la ermita. Vivió el resto de su vida como dueño de la ermita, sin pagarle a los descendientes de Dolphinea y sin pagar impuestos ni fiscos. Se considera que si Sholín Muhamaha hubiera tenido algún descendiente, tendría una deuda de treinta mil doce cabras, ochocientas veintidós vacas sagradas, diecinueve mil angelitos y un millón novecientos cartones de vino Uvita. O 15346563,72 €uros.
Supuestamente ella es quien le rentó la ermita donde vivió casi toda su vida. Sholín Muhamaha le pagaba cada mes con cabras, vacas sagradas, angelitos o vinos, depende qué conseguía. Y cuando Dolphinea murió tratando de levitar desde el Empire State, a los noventa y cuatro años, él se adueñó ilícitamente de la ermita. Vivió el resto de su vida como dueño de la ermita, sin pagarle a los descendientes de Dolphinea y sin pagar impuestos ni fiscos. Se considera que si Sholín Muhamaha hubiera tenido algún descendiente, tendría una deuda de treinta mil doce cabras, ochocientas veintidós vacas sagradas, diecinueve mil angelitos y un millón novecientos cartones de vino Uvita. O 15346563,72 €uros.
lunes, 23 de febrero de 2009
Siempre limpiar
Agustín siempre se olvidaba de limpiarlo. No de malo o de vago: hacía todo el resto, pero de lavarlo al final, se olvidaba. Su papá, su mamá, los hermanos, hermanas y vecinos, la abuela y el tío de España, siempre que tenían oportunidad, lo retaban y reprendían. Agustín no entendía por qué eran tan severos con él, ¿no veían simplemente que se le escapaba de la memoria? ¿Era para tanto? Hasta que un día sí, un hada lo visitó y se pudo acordar de lavarlo: lo lavó, lo dejó reluciente y lo puso a mitad de camino para que lo viera todo el que pasara y lo felicitara. Pero todos lo vieron y nadie lo felicitó. ¡Al fin hacía lo que siempre le reprochaban que no hacía, y nadie lo notaba!
La vida de Sholín Muhamaha I
Decían que Sholín Muhamaha era el más grande pensador después de Mahatma Gandhi, pero que desgraciadamente no se hizo famoso. Vivió desde los catorce hasta los quinientos años como ermitaño en una montaña que nadie podía encontrar. Supuestamente escribió muchísimos libros, de orden filosófico, novela, sagas enteras, thrillers, obras de teatro y cuentos eróticos. Pero que todo eso se perdió en un incendio.
De Sholín Muhamaha sólo se conserva un papelito (en el Museo Británico de Historia) que dice: “Tras reflexionar trescientos noventa y cinco años con tres meses y once días exactos sobre la verdad del karma, eh descubierto que es mentira. En esta vida sólo existen los que fuman y tienen cáncer; los fuman y no lo tienen; los que no fuman y tampoco tienen cáncer; y los fumadores pasivos. Mayoritariamente podemos encontrar fumadores cancerosos y fumadores pasivos saltando de una categoría a otra.”
De Sholín Muhamaha sólo se conserva un papelito (en el Museo Británico de Historia) que dice: “Tras reflexionar trescientos noventa y cinco años con tres meses y once días exactos sobre la verdad del karma, eh descubierto que es mentira. En esta vida sólo existen los que fuman y tienen cáncer; los fuman y no lo tienen; los que no fuman y tampoco tienen cáncer; y los fumadores pasivos. Mayoritariamente podemos encontrar fumadores cancerosos y fumadores pasivos saltando de una categoría a otra.”
domingo, 22 de febrero de 2009
Escondido mucho tiempo
...
Niro saltó el tramo final y lo primero que hizo fue silbar de admiración. Actas se apresuró en seguirlo y vio por qué: debajo de la choza de Chade había una caverna que daba la impresión de extenderse por debajo de toda la isla.
—Guaau… —suspiró Juliu cuando llegó.
Tal vez no toda la isla, pero aquella bodega era gigante. Al menos un kilómetro de profundidad y doscientos metros de ancho. El techo estaba a unos treinta metros y todo hasta esa altura, a ambos lados del pasillo central, estaba repleto de gigantescos, enormes y desmesurados bidones de madera, grandes como barcos y viejos como ruinas del Imperio Anciano.
La luz que largaban los faroles llenaba de sombras movedizas todo el recinto, haciéndolo parecer vivo. Aquellos toneles parecían monstruos dormidos, respirando pesadamente, a quienes no hay que despertar… Capas de polvo caían de todos lados, como si las cosas vibraran.
Sin darse cuenta, Actas empujó una botella en el piso. El tintineo los aturdió y del sobresalto se agacharon bajito, tímidos, temiendo que algo malo sucediera. Actas entonces miró el piso y vio que todo el pasillo central, que tendría unos quince metros de ancho, estaba tapizado por un sinfín de botellas: grandes, pequeñas, redondas, alargadas, gigantes, damajuanas, verdes, transparentes, rotas, marrones.
—¿Qué es este lugar…? —preguntó Juliu con algo de miedo. El eco sonó varios segundos en el aire, perdido.
—¡Es mi bodega! —se oyó que respondía Chade desde lejos—. ¡Agradezcan que son los únicos que tienen el lujo de verla, pero ahora, por favor, vengan a sacarme de este embrollo!
...
Niro saltó el tramo final y lo primero que hizo fue silbar de admiración. Actas se apresuró en seguirlo y vio por qué: debajo de la choza de Chade había una caverna que daba la impresión de extenderse por debajo de toda la isla.
—Guaau… —suspiró Juliu cuando llegó.
Tal vez no toda la isla, pero aquella bodega era gigante. Al menos un kilómetro de profundidad y doscientos metros de ancho. El techo estaba a unos treinta metros y todo hasta esa altura, a ambos lados del pasillo central, estaba repleto de gigantescos, enormes y desmesurados bidones de madera, grandes como barcos y viejos como ruinas del Imperio Anciano.
La luz que largaban los faroles llenaba de sombras movedizas todo el recinto, haciéndolo parecer vivo. Aquellos toneles parecían monstruos dormidos, respirando pesadamente, a quienes no hay que despertar… Capas de polvo caían de todos lados, como si las cosas vibraran.
Sin darse cuenta, Actas empujó una botella en el piso. El tintineo los aturdió y del sobresalto se agacharon bajito, tímidos, temiendo que algo malo sucediera. Actas entonces miró el piso y vio que todo el pasillo central, que tendría unos quince metros de ancho, estaba tapizado por un sinfín de botellas: grandes, pequeñas, redondas, alargadas, gigantes, damajuanas, verdes, transparentes, rotas, marrones.
—¿Qué es este lugar…? —preguntó Juliu con algo de miedo. El eco sonó varios segundos en el aire, perdido.
—¡Es mi bodega! —se oyó que respondía Chade desde lejos—. ¡Agradezcan que son los únicos que tienen el lujo de verla, pero ahora, por favor, vengan a sacarme de este embrollo!
...
sábado, 21 de febrero de 2009
Guitarjiro
Años con la Play Station 2, miles de horas frente a la pantalla, entrevistas para la tele, concursos mundiales, premios. Blink-182 lo llamó para su primer show como banda unida otra vez, y sobre el escenario se enteró que las guitarras no tienen cinco botoncitos de colores.
viernes, 20 de febrero de 2009
Lluvia de otoño
El calor cedió. Ahora está la lluvia. Miro por la ventana, la veo caer sobre la terraza. Salgo de la silla y camino hacia la puerta. La abro, veo la franja de piso seco, protegido por un techito, y el resto de la terraza, empapada. Con delicia estiro mi brazo más allá de la zona segura: que la lluvia me moje la palma de la mano. Espero, pues no son tantas gotas como parecen, y me salpica el brazo. ¡No, yo quiero en la palma! Aguardo un momento más, y vuelve a mojarme la piel del brazo. ¿Tanto cuesta que caiga una gota en mi mano? Comienzo a moverla, lento, tentando a la casualidad. Se me mojan los dedos, me salpica el codo, otra vez el brazo, y finalmente, con una velocidad vertiginosamente ignorada, una lágrima celeste me inunda la línea de la vida, pequeña arruga humana. Ahh... Ahora sí, tranquilo, me seco el brazo contra la remera, cierro la puerta y vuelvo a mi silla, a mirar la lluvia caer a través de la ventana.
(PD: con gaitas de fondo se convierte en poesía.)
(PD: con gaitas de fondo se convierte en poesía.)
jueves, 19 de febrero de 2009
Dos poemas
Decir inolvidable. Decir nunca te voy a olvidar.
¿Qué sabés? Si el alma se va a descansar.
Delega al cerebro la tarea de recordar,
y todos sabemos que las neuronas juegan mal,
que les gusta lastimarse y contradecirse
en un juego en que nada es racional.
¿Aquella camarera? ¿Aquél rincón del lago?
¿Recuerdas la roca esa del primer beso?
¿Cuando prometiste rezarle todos los días?
¿La melodía que te llenaba de alborozo?
Y pinta la inofensiva hipocresía
del que alza el pecho y todo lo olvida.
Todos chorreamos. Somos humanos de intercambio.
Por poros y por la boca. Sentimientos o fluídos
que empapan alrededor cada vez que nos movemos
o incluso si nos quedamos quietos.
Enfermamos lo que tenemos.
Uno escupe un poco de alquitrán y al segundo
todos lo imitan, alquitraneros.
¡Las convicciones no llevan a nada! llora uno.
Y su anticonvictismo lo llevó primero a nada
junto a los que se empaparon de su voz.
¡Qué gran libro! dicen, olvidando lo que enseñó.
¡Esto es porquería! afirman convencidos,
porque otro les pegó su sudor en el tren.
Uno tragó algo de "no ver y opinar"
y cuando lo cagó, los demás devoraron su mierda.
Y ahora yo, con mi pañuelo llamado antropomorfismo,
me sueno los mocos y me siento en su retrete,
inodoro, el trono de la infantil sabiduría, de los que no olvidan
-sino que piensan de nuevo si ya no recuerdan-, sutil hipocresía.
¿Qué sabés? Si el alma se va a descansar.
Delega al cerebro la tarea de recordar,
y todos sabemos que las neuronas juegan mal,
que les gusta lastimarse y contradecirse
en un juego en que nada es racional.
¿Aquella camarera? ¿Aquél rincón del lago?
¿Recuerdas la roca esa del primer beso?
¿Cuando prometiste rezarle todos los días?
¿La melodía que te llenaba de alborozo?
Y pinta la inofensiva hipocresía
del que alza el pecho y todo lo olvida.
Todos chorreamos. Somos humanos de intercambio.
Por poros y por la boca. Sentimientos o fluídos
que empapan alrededor cada vez que nos movemos
o incluso si nos quedamos quietos.
Enfermamos lo que tenemos.
Uno escupe un poco de alquitrán y al segundo
todos lo imitan, alquitraneros.
¡Las convicciones no llevan a nada! llora uno.
Y su anticonvictismo lo llevó primero a nada
junto a los que se empaparon de su voz.
¡Qué gran libro! dicen, olvidando lo que enseñó.
¡Esto es porquería! afirman convencidos,
porque otro les pegó su sudor en el tren.
Uno tragó algo de "no ver y opinar"
y cuando lo cagó, los demás devoraron su mierda.
Y ahora yo, con mi pañuelo llamado antropomorfismo,
me sueno los mocos y me siento en su retrete,
inodoro, el trono de la infantil sabiduría, de los que no olvidan
-sino que piensan de nuevo si ya no recuerdan-, sutil hipocresía.
miércoles, 18 de febrero de 2009
Condición humana XIII
La hermana María aprendió de pequeña a pegar calcomanías, y llenaba la ventana de su habitación, que daba a la calle, de calcomanías. Pero las pegaba hacia afuera. La gente que pasaba veía los colores y las formas, pero ella sólo veía la cara del contacto, manchas blancas. La hermana Eugenia hacía exactamente al revés. Ella desde adentro veía todo el colorinche divertido, pero la gente de afuera veía figuras blancas y aburridas. La hermana Josefa, en cambio, no pegaba nada, y los que estaban en la calle la veía tal cual era.
Al tiempo, las calcomanías de la hermana María se desintegraron por la lluvia, y los colores, antes hermosos, se destiñeron y se volvieron horrendos. La hermana Eugenia pasó horas y horas sin salir de su habitación, riéndose de sus calcomanías, pero terminó por perder la razón. Y la hermana Josefa sufrió las burlas de la gente de afuera, que la veían haciendo cosas íntimas cuando se descuidaba. Entonces, al hacerse grande, se mudó de la casa de sus padres.
Al tiempo, las calcomanías de la hermana María se desintegraron por la lluvia, y los colores, antes hermosos, se destiñeron y se volvieron horrendos. La hermana Eugenia pasó horas y horas sin salir de su habitación, riéndose de sus calcomanías, pero terminó por perder la razón. Y la hermana Josefa sufrió las burlas de la gente de afuera, que la veían haciendo cosas íntimas cuando se descuidaba. Entonces, al hacerse grande, se mudó de la casa de sus padres.
martes, 17 de febrero de 2009
Condición humana XII
Había un río muy ancho llamado Prueba, tan ancho que apenas se vislumbraba la paradisíaca orilla opuesta. Casi nadie lo había cruzado, pero los que sí lo habían logrado nunca volvían. Vanidad vivía de este lado del río y vendía botes. Cada tanto aparecía un remero y Vanidad le vendía un bote.
¿Sabes que todos murieron tratando de pasar este río?, comentaba Cobardía cuando el remero estaba a punto de botar su bote. Sí, lo sé, contestaba el remero, pero Vanidad me aseguró que nunca había visto un remero con músculos como los míos, y que nunca había fabricado tan buen bote como este. Los de antes fracasaron, yo no lo haré. Y así se mataban casi todos los remeros.
Entonces Cobardía meditaba desde esta orilla del río Prueba. ¿Era imposible pasar con un bote hecho por Vanidad? Seguramente sí. ¿Era imposible pasar con uno de los que él, Cobardía, fabricaba? Totalmente… Pero, igualmente, había otros fabricantes en aquella orilla, todos mejores que Vanidad y Cobardía, y mucho menos conocidos.
¿Sabes que todos murieron tratando de pasar este río?, comentaba Cobardía cuando el remero estaba a punto de botar su bote. Sí, lo sé, contestaba el remero, pero Vanidad me aseguró que nunca había visto un remero con músculos como los míos, y que nunca había fabricado tan buen bote como este. Los de antes fracasaron, yo no lo haré. Y así se mataban casi todos los remeros.
Entonces Cobardía meditaba desde esta orilla del río Prueba. ¿Era imposible pasar con un bote hecho por Vanidad? Seguramente sí. ¿Era imposible pasar con uno de los que él, Cobardía, fabricaba? Totalmente… Pero, igualmente, había otros fabricantes en aquella orilla, todos mejores que Vanidad y Cobardía, y mucho menos conocidos.
El salto del mendigo
Camino al aeroparque privado donde saltaría por primera (tal vez única) vez en paracaídas, mientras me movía contento como si tuviera la pesada mochila con el paracaídas en mi espalda, me crucé con un mendigo que no pedía plata.
-¿Va a saltar? –me preguntó.
-Así es –contesté, titubeando.
-Es algo que siempre quise hacer… Buena suerte –me deseó.
Y me detuve a mirarlo.
-¿Por qué ni siquiera nunca intentó?
-Porque, a pesar de las mil veces que me traicionó, sigo confiando en el destino. Si he de tener que saltar, ya se me dará la oportunidad –filosofó como poeta marchito.
-¿Y por qué sigue confiando en el destino, si está aquí ahora, así?
-Porque soy demasiado perezoso (cobarde y tímido) como para confiar en mí mismo –afirmó, triste.
Me dio mucha pena verlo así. ¿Era tan férrea su convicción, o era simplemente una excusa para su indigencia? Y por un momento debatí seriamente si no dejarle mi puesto en aquel avión lleno de paracaidistas.
-¿Va a saltar? –me preguntó.
-Así es –contesté, titubeando.
-Es algo que siempre quise hacer… Buena suerte –me deseó.
Y me detuve a mirarlo.
-¿Por qué ni siquiera nunca intentó?
-Porque, a pesar de las mil veces que me traicionó, sigo confiando en el destino. Si he de tener que saltar, ya se me dará la oportunidad –filosofó como poeta marchito.
-¿Y por qué sigue confiando en el destino, si está aquí ahora, así?
-Porque soy demasiado perezoso (cobarde y tímido) como para confiar en mí mismo –afirmó, triste.
Me dio mucha pena verlo así. ¿Era tan férrea su convicción, o era simplemente una excusa para su indigencia? Y por un momento debatí seriamente si no dejarle mi puesto en aquel avión lleno de paracaidistas.
There's no need to play with my heart
Bohemio limpio, vago a muerte pero dependiente de una computadora. Poeta sin palabras, romántico tímido y lujuria religioso. Contradicción llana y pacífica, orgulloso de humildad, cómico deprimido (peor que Crusti el sopaya) y ave que sueña con montañas y se conforma mientras duerme en su jaulita. Mala combinación de buenas partes.
lunes, 16 de febrero de 2009
Plantita rodadora I
Acá pasa una planta rodadora.
¿Alguien se atreve a detenerla?
Qué lo haga, ¡qué lo haga!
Hay una arañita en mi pared
que se llama Malena (la 269) Fornes.
¿Alguien se atreve a detenerla?
Qué lo haga, ¡qué lo haga!
Hay una arañita en mi pared
que se llama Malena (la 269) Fornes.
domingo, 15 de febrero de 2009
Yrepuxe
Es gracioso pensar que con toda la tecnología actual, desde el GPS hasta la comida que dura siete años, uno pueda morirse perdido en el desierto. Pero así era mi realidad. Unas vacaciones selváticas con mi esposa se convirtieron en una odisea entre médanos calientes. Tres días llevábamos perdidos, y sinceramente habíamos perdido la esperanza, pero no la obstinación. Seguíamos caminando, aprovechando la noche y las estrellas (cantidad enorme de estrellas fugaces vimos y les pedimos deseos, cada vez más absurdos) para avanzar sin morir de sed. Sin embargo, por más hermoso que fuera el cielo y el silencio que nos rodeaba, morir se había convertido en una idea apetecible.
Al atardecer del cuarto día fui a despertar a mi esposa y tuve que alejar a una maligna serpiente amarilla que se le aproximaba cautelosa hacia su tobillo. Costó hacerla parar: tan frágil, tan hermosa y gran parte de mi amor en esa vida, sin poder ponerse de pie. Cosas como esa no se pueden entender, ni tienen explicación.
Empezamos a caminar, ya sin decirnos nada, y oímos de pronto, a lo lejos, una risa. Pensé que era mi primer espejismo, una alucinación, pero entonces mi mujer también alzó la cabeza, sorprendida. Y otra vez la risa, esta vez más fuerte, clara e infantil.
-¿Quién anda ahí? –pregunté. Pero pasados unos segundos, nadie respondió-. ¿Hay alguien?
La risa de niño me contestó, burlona e inocente.
-¿Tienes agua para nosotros? –preguntó mi mujer.
Y sin embargo, haciéndonos desesperar, no dijo palabra. Reía, y no respondía cuando se le interrogaba.
Al atardecer del cuarto día fui a despertar a mi esposa y tuve que alejar a una maligna serpiente amarilla que se le aproximaba cautelosa hacia su tobillo. Costó hacerla parar: tan frágil, tan hermosa y gran parte de mi amor en esa vida, sin poder ponerse de pie. Cosas como esa no se pueden entender, ni tienen explicación.
Empezamos a caminar, ya sin decirnos nada, y oímos de pronto, a lo lejos, una risa. Pensé que era mi primer espejismo, una alucinación, pero entonces mi mujer también alzó la cabeza, sorprendida. Y otra vez la risa, esta vez más fuerte, clara e infantil.
-¿Quién anda ahí? –pregunté. Pero pasados unos segundos, nadie respondió-. ¿Hay alguien?
La risa de niño me contestó, burlona e inocente.
-¿Tienes agua para nosotros? –preguntó mi mujer.
Y sin embargo, haciéndonos desesperar, no dijo palabra. Reía, y no respondía cuando se le interrogaba.
sábado, 14 de febrero de 2009
En el Campo
Hicieron una junta de creativos publicitarios en la Agencia del Año porque el presidente tenía que comunicarles un mail que el dueño, desde NY, le había mandado a todas las sedes de la cadena. Básicamente hablaba de la crisis mundial, de los despidos, del congelamiento de salarios, pero al final daba un mensaje de optimismo: todos tenían que seguir trabajando igual o más, poner todo lo posible de sí mismos a pesar de las adversidades porque sino él, el dueño de la cadena, no iba a poder viajar en crucero una vez por mes después de que se jubilara (y ése era su gran sueño). Acto seguido los creativos rompieron en carcajadas y se fueron a laburar, por su sueldo.
viernes, 13 de febrero de 2009
Desperté
y nadie estaba en casa, sin una nota. No me asusté porque pronto volvieron. ¿Pero y si no volvían? ¿Y si habían decidido abandonarme en esta casa gigante llena de muebles, electrodomésticos viejos, espejos y pasillos? Podría haber sido triste, organizar grandes fiestas, vender el terreno para hacer un edificio de departamentos y muchas cosas más. Suerte que volvieron.
Nobody knows
Sun been down for days
A winter melody she plays
The thunder makes her contemplate
She hears a noise behind the gate
Perhaps a letter with a dove
Perhaps a stranger she could love
(Her morning elegance, Oren Laive)
Una canción me dejó sin ideas.
Entró sin permiso, saboteó la fábrica, detuvo las cintas transportadoras y los ganchos voladores, echó a los empleados (casi todos umpalumpas) y tapió los galpones por adentro para que resonara mejor
esa canción.
A winter melody she plays
The thunder makes her contemplate
She hears a noise behind the gate
Perhaps a letter with a dove
Perhaps a stranger she could love
(Her morning elegance, Oren Laive)
Una canción me dejó sin ideas.
Entró sin permiso, saboteó la fábrica, detuvo las cintas transportadoras y los ganchos voladores, echó a los empleados (casi todos umpalumpas) y tapió los galpones por adentro para que resonara mejor
esa canción.
jueves, 12 de febrero de 2009
Poema 23
Cuando escribes, cuando imprimes tu imaginación.
Puedes hacer de cualquier cosa una canción,
Puedes hacer que bambam se convierta en algo serio,
Puedes hacer que una jungla se llame desierto.
Que dos más tres sean cuatro, con una ley, un pez o un gato.
Que la gente mate cuando no debe,
Que perdonen al que bebe, al que escribe y al que debe.
Que el villano sea un árbol, un ojo, un sacacorchos
Y que el bueno, en lo profundo, le tenga miedo a los corchos.
Cuando escribes, cuando imprimes tu imaginación,
Puedes reír y llorar con tu perdón.
Puedes hacer de cualquier cosa una canción,
Puedes hacer que bambam se convierta en algo serio,
Puedes hacer que una jungla se llame desierto.
Que dos más tres sean cuatro, con una ley, un pez o un gato.
Que la gente mate cuando no debe,
Que perdonen al que bebe, al que escribe y al que debe.
Que el villano sea un árbol, un ojo, un sacacorchos
Y que el bueno, en lo profundo, le tenga miedo a los corchos.
Cuando escribes, cuando imprimes tu imaginación,
Puedes reír y llorar con tu perdón.
martes, 10 de febrero de 2009
Acto uno, toma dos
Ella es blanca, pero toma color. Varios me la envidian por lo linda que es. Pero ni a ella ni a mí nos importa: no es una mujer de tener problemas de mujer, le gusta más ser como varón y por eso tiene muchos amigos varones. A mí no me da celos, porque confío en ella, pero ella en cambio algo de celos tiene, completamente infundados obviamente. Lo que me gusta de ella es que me dice "te amo" y no se queda a esperar que se lo diga yo también. Y me encanta que tengamos gustos compartidos y que, si discrepamos en algo, me termine dando la razón (pocas veces me hace ver que estoy errado). A veces son más los ratos de silencio absoluto que los de charla, y eso que no nos vemos mucho: a ninguno de los dos le interesa verse la cara más de tres, cuatro veces a la semana. Y un llamado por día, media hora, cuanto mucho, como para mantenerse al tanto de que hay vida del otro lado.
¿Cómo creo que va a ser si cortamos...? No sé, es complicado ver estas cosas cuando uno está en la pareja, viviendo el amor y todo eso. Como que no te ponés a pensar estas cosas, y hasta creés que romper con ella es imposible. Pero calculo que sí... que aunque sea temporalmente, alguna vez vamos a romper, a distanciarnos... Y calculo que simplemente me aburriré de ella y dejará de existir. Digo, mi novia imaginaria no existe si yo me enojo con ella y no la pienso más, ¿no?
¿Cómo creo que va a ser si cortamos...? No sé, es complicado ver estas cosas cuando uno está en la pareja, viviendo el amor y todo eso. Como que no te ponés a pensar estas cosas, y hasta creés que romper con ella es imposible. Pero calculo que sí... que aunque sea temporalmente, alguna vez vamos a romper, a distanciarnos... Y calculo que simplemente me aburriré de ella y dejará de existir. Digo, mi novia imaginaria no existe si yo me enojo con ella y no la pienso más, ¿no?
Goteros Rodaballo
En un puestito muy raro de la feria artesanal de la plaza compró un tarrito de gotas que le dijeron que era mágico. Tenía una solución preparada por algún ermitaño de alguna India lejana y su fórmula secretísima venía siendo desarrollada desde los mismos sumerios. Compró el misterioso gotero mágico a dos con cincuenta y se fue a la casa. Curioso, antes de dormir leyó el prospecto y, siguiendo la única indicación, se echó una gotita en cada ojo. Por la mañana se despertó siendo presidente de Uruguay, y como las cosas le fueron bastante bien, por la noche se echó otra gotita en cada ojo. Al día siguiente estaba en la Casa Blanca. Sin poder creerlo y sin creer lo que pasaba, a la noche, antes de irse a dormir, se echó otras dos gotitas, y se convirtió en el Alto Jefe del Lobby Judío Mundial: ya tenía a todo ser humano bajo sus pies. A la noche, sonriente y con mucho lujo, se puso dos gotitas más. Al día siguiente era un tucumancito medio muerto de hambre. ¡El horror, la miseria! ¡¿Cómo había sido eso posible?! Pero, mal que mal, soportó, y a la noche se puso las gotitas. Al día siguiente tenía una casita en un pueblito, una chata y dos hijitos. ¿Iba a tener que pasar por muchas etapas antes de volver a ser millonario? Esa noche le dio un beso en la frente a cada uno de sus hijos y, desobedeciendo el prospecto, dejó caer tres gotitas en cada ojo. Cuando despertó estaba bajo un puente, con cinco hijos, una mujer con flemas y sin gotero mágico.
Me acabo de dar cuenta de... ¡Rodaballo Rodaballo Rodaballo de mar, ven aquí que mi mujer quiere hacer su voluntad!
Me acabo de dar cuenta de... ¡Rodaballo Rodaballo Rodaballo de mar, ven aquí que mi mujer quiere hacer su voluntad!
lunes, 9 de febrero de 2009
domingo, 8 de febrero de 2009
Seres lunares
No estaba seguro de si le salían más lunares, o si cada vez se conocía mejor. Tal vez se volvía egocéntrico y narcisista y pasaba mucho tiempo desnudo frente al espejo. No, como Narciso no, pues si se miraba el reflejo largamente era porque su mirada estaba fija en sus defectos, y cuando se daba cuenta, el rostro de asco que ponía era bastante fiero. Esos párpados caídos tenían su imán de miradas, pero desde cerca, estaban muy caídos y flojos. Sus fosas nasales eran asimétricas, necesitaría una trompada demoledora para hacerse una cirugía y que la cubra la obra social. Abajo del cuello estaba la herida del perro. Pobre, el perro. Los pezones, ovalados, eran desparejos y el derecho tenía ese pelito negro que nunca dejaba de crecer a pesar de la pincita de depilar. Y el resto del cuerpo, todo un cúmulo de defectos, y lunares.
Cimbaderos - segundo régimen
La otra alumna
Magia escondida
Las diferencias
Restos e historias
Ver la brecha
Democracia
Los ancianos
Los fuertes
Cumpleaños
Escondido mucho tiempo
Blanco y negro
El recorrido
Trampas
Los dientes y la mordida
La isla de Nan
El maldito bastón
Nueve años se demora la venganza
Caducado
Hipogeo
La pérdida, la victoria
Epílogo II
Veinte capítulos y un epílogo, después de treinta capítulos y otro epílogo. ¿Qué será del tercer régimen? Si son cuarenta capítulos y un epílogo, no me quejo. Pero que se apure.
Magia escondida
Las diferencias
Restos e historias
Ver la brecha
Democracia
Los ancianos
Los fuertes
Cumpleaños
Escondido mucho tiempo
Blanco y negro
El recorrido
Trampas
Los dientes y la mordida
La isla de Nan
El maldito bastón
Nueve años se demora la venganza
Caducado
Hipogeo
La pérdida, la victoria
Epílogo II
Veinte capítulos y un epílogo, después de treinta capítulos y otro epílogo. ¿Qué será del tercer régimen? Si son cuarenta capítulos y un epílogo, no me quejo. Pero que se apure.
Como persona que escribe
Como escritor.
No.
Como persona que escribe, me siento influenciado, estimulado y emocionado por las historias que me rodean, tanto de las que suceden como de las que se cuentan y oyen. Están las que pasan sin penas ni glorias y se olvidan con la primera siesta, y las que duran meses, años, y diría que toda una vida, pero no lo comprobé personalmente todavía. Tengo dieciocho años, me parecen suficientes para muchas cosas, ¿pero lo son?
Seguramente no son suficientes para valorar la vida ni las oportunidades que dejo pasar, pero creo con toda mi convicción (de esas convicciones que no desdeño) que las mejores historias son aquellas que, o bien cuentan un hecho cotidiado (mínimo, ínfimo, linieresco si se quiere, perecedero hecho perdurable), o las historias que narran, aunque sea en el corazón de una aventura, una vida entera. Oír, ver o leer de toda una vida lo deja a uno (o a mí al menos) como si se asistiera al funeral de una buena persona, de un aventurero.
No.
Como persona que escribe, me siento influenciado, estimulado y emocionado por las historias que me rodean, tanto de las que suceden como de las que se cuentan y oyen. Están las que pasan sin penas ni glorias y se olvidan con la primera siesta, y las que duran meses, años, y diría que toda una vida, pero no lo comprobé personalmente todavía. Tengo dieciocho años, me parecen suficientes para muchas cosas, ¿pero lo son?
Seguramente no son suficientes para valorar la vida ni las oportunidades que dejo pasar, pero creo con toda mi convicción (de esas convicciones que no desdeño) que las mejores historias son aquellas que, o bien cuentan un hecho cotidiado (mínimo, ínfimo, linieresco si se quiere, perecedero hecho perdurable), o las historias que narran, aunque sea en el corazón de una aventura, una vida entera. Oír, ver o leer de toda una vida lo deja a uno (o a mí al menos) como si se asistiera al funeral de una buena persona, de un aventurero.
sábado, 7 de febrero de 2009
Hexameron
Yo vi a la Elegía. La tuve frente a mí
antes que los albores matutinos la desgarraran
en las manos de su infame creador.
Fue ella quien me encontró en la mesa de un bar
una noche que ganaba el otoño, tomando tequilas.
Sin que la pudiera ver, a mis espaldas,
derramó sobre el piso mi alcohol.
La sangre enardecida del instinto primate me hizo enfrentarla,
sin saber aún que de ella se trataba, pero cuando le vi el rostro,
cuando le vi los labios que la seda maniataba,
su hermosura, su mecánica de Elegía perfecta,
la dejé seguir.
Ella caminó entre las mesas de gentes y con sombrillas,
como un pez entre lotos de un estanque,
y se desapareció de mi vista para siempre.
Esa fue la vez en que la vi,
la noche en que vi a la Elegía.
antes que los albores matutinos la desgarraran
en las manos de su infame creador.
Fue ella quien me encontró en la mesa de un bar
una noche que ganaba el otoño, tomando tequilas.
Sin que la pudiera ver, a mis espaldas,
derramó sobre el piso mi alcohol.
La sangre enardecida del instinto primate me hizo enfrentarla,
sin saber aún que de ella se trataba, pero cuando le vi el rostro,
cuando le vi los labios que la seda maniataba,
su hermosura, su mecánica de Elegía perfecta,
la dejé seguir.
Ella caminó entre las mesas de gentes y con sombrillas,
como un pez entre lotos de un estanque,
y se desapareció de mi vista para siempre.
Esa fue la vez en que la vi,
la noche en que vi a la Elegía.
jueves, 5 de febrero de 2009
Dos átomos en una molécula
Esucho una canción. La banda tiene otras mejores, bien indie, pero esta no es la mejor ni de lejos. Habla rápido y en inglés y nunca leí la letra para saber exactamente qué dice. No me gusta mucho a decir verdad, pero ese coro, aaah-ah-ah, simple, no es una gran melodía ni son excelentes voces, pero ese coro hace que quiera escuchar la canción una y otra vez.
Problemas viejos
La abuela no podía entender qué botón hacía qué cosas en el control remoto. Encender, canal arriba o abajo, volumen, y ahí se quedaba. Pero le sobraban cincuenta y cuatro botones (los había contado más de una vez), y además estaba el control remoto de la videocasetera y del DVD, el cual jamás había usado. Pero claro... estaba todo en inglés o en iniciales. ¿Qué podía entender ella de YUV, widescreen, zoom, REC, subtitles, TVR? Nada podía entender, y menos sin los anteojos.
Pero Graciela, la de enfrente, tenía dos años más y se pasaba el día entero viendo películas o yendo al videoclub. Podría ir y preguntarle a Graciela... No, después de lo que le dijo sobre su ensalada rusa, no podía caer tan bajo. Tenía que arreglárselas sola o no vería la película nunca... Podía llamar a su nieto Martincito. El chiquito entendía todo de eso, si estaba estudiando ingeniería en noséquécuerno de computación... Pero a Martincito no le gustaba mucho hablar con ella, menos desde que lo llamaba cada dos por tres porque apretaba sin querer botones extraños del nuevo teléfono inalámbrico que le habían comprado. Martincito le había hecho un papelito explicándole todo botón por botón, pero ella lo había perdido y había seguido apretando cositas por error... Tenía que encontrar ese papelito o estaba muerta...
Media hora después revoleó los dos controles remotos y el teléfono y se fue a escuchar la radio al jardín.
Pero Graciela, la de enfrente, tenía dos años más y se pasaba el día entero viendo películas o yendo al videoclub. Podría ir y preguntarle a Graciela... No, después de lo que le dijo sobre su ensalada rusa, no podía caer tan bajo. Tenía que arreglárselas sola o no vería la película nunca... Podía llamar a su nieto Martincito. El chiquito entendía todo de eso, si estaba estudiando ingeniería en noséquécuerno de computación... Pero a Martincito no le gustaba mucho hablar con ella, menos desde que lo llamaba cada dos por tres porque apretaba sin querer botones extraños del nuevo teléfono inalámbrico que le habían comprado. Martincito le había hecho un papelito explicándole todo botón por botón, pero ella lo había perdido y había seguido apretando cositas por error... Tenía que encontrar ese papelito o estaba muerta...
Media hora después revoleó los dos controles remotos y el teléfono y se fue a escuchar la radio al jardín.
miércoles, 4 de febrero de 2009
Los caníbales del gimnasio
Hubieran tenido que ver cómo comían. No: cómo masticaban. Parecían rumiantes carnívoros devorando bocados del tamaño de platos. Los maxilares les apretaban los dientes y los músculos maceteros parecían a punto de estallar. Eran todos fisicoculturistas y tenían marcada cada fibra muscular del cuerpo en base a esfuerzo, pesas, papota y, uno que otro (o sea todos), anabólicos. Ellos no se dan cuenta, tal vez porque todos los sábados se juntan a comer y se acostumbraron a ver relucir semejantes mandíbulas trituradoras de Patys, lechugas, pancitos y asados. Chimichurri, les gusta mucho el chimichurri. Cuando invitan a alguien como yo, que no está acostumbrado a ver comer a tales bestias humanas, le preparan un chimichurri especial que hace arder la garganta y calienta hasta la misma sangre. Así, para el sábado que viene, tienen un asadito especial con carnecita saborizada.
Descontrolado
Mi primo gritaba todas las noches que cansaba y se hacía odiar. Pobre, mi tío lo tenía atado a la cama en el sótano porque estaba enfermo y en el loquero le habían pegado y y lo trataban mal. Pero era verdaderamente insoportable que cada noche se pusiera a gritar como desaforado mental, y para colmo mi tío me prohibía ir a verlo. Sin embargo, una noche en que él ya estaba dormido (se había quedado sordo con los años), yo agarré una linterna y bajé al sótano. Apenas abrí la fuerza mi primo tiró de mí hacia adentro y antes de que me diera cuenta me tenía atado a la cama.
lunes, 2 de febrero de 2009
Resfriado
Si decís que el Holocausto no existió, vas preso. A varios tipos les pasó, y eso que no pudieron demostrar científicamente que sí haya existido. Él negaba el uso de cámaras de gas, que realmente no existieron.
Yo digo también que el Holocausto, así como lo cuentan el poder sionista y Hollywood, nunca existió, y tengo mis perfectas razones. ¿Me meterán preso? No lo creo, tengo la suerte de que nadie pase por este blog.
Yo digo también que el Holocausto, así como lo cuentan el poder sionista y Hollywood, nunca existió, y tengo mis perfectas razones. ¿Me meterán preso? No lo creo, tengo la suerte de que nadie pase por este blog.
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