viernes, 5 de octubre de 2012

El perrito abajo del camión

La otra noche pensaba en la visión de Frankl sobre el ser humano, comparándola con la visión del ser humano que hace Faulques, protagonista de El pintor de batallas. Me bajé del colectivo y crucé la calle apurado, y antes de darme cuenta un perrito salió de abajo de un camión estacionado y me ladró y me asustó. Perrito hijo de puta.
Frankl sostiene que el ser humano tiene siempre la libertad de elegir, incluso en las peores circunstancias. Faulques lo niega y habla de la crueldad, la crueldad que se manifiesta pura cuando se rompen los débiles acuerdos sociales. Uno conoce ejemplos que dan la razón a uno y a otro. Habría que hacer una estadística, pero creo que ni siquiera eso daría una respuesta acabada.
A la noche siguiente me bajé del colectivo y al cruzar la calle vi que el perro dormía a pata suelta abajo del camión. Caminé unos pasos con sigilo y, una vez cerca, avancé a los trancos y gritando como loco. El picho se despertó asustado y se dio la cabeza contra un caño del camión y reculó sin entender nada. Esa noche yo volvía pensando en un cariño no correspondido y en las vueltas del caracol.

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