domingo, 21 de octubre de 2012

Cuestiones de asientos

Un colectivo. Asientos corridos del fondo. Una chica sentada en cada extremo, tres asientos vacíos de por medio. ¿Dónde me siento? En el medio, no hay que romper la simetría. En realidad me gustaría sentarme en el más cercano a la puerta, pero sé que los patrones sociales indican que tengo que sentarme en el centro, más que nada para no dar la idea de que voy a acosar sexualmente, ni nada por el estilo, a ninguna de las dos personas sentadas previamente. El problema serio lo tiene el tipo que viene detrás de mí, porque se siente a mi izquierda o a mi derecha (actualmente los únicos asientos disponibles) va a romper la simetría. Y  ambas chicas sentadas en los extremos saben, a esta altura del asunto, que el hombre va a pelear entre la idea de sentarse al lado de la más linda (claramente la de la izquierda) o sentarse al lado de la otra, para no parecer un pajero. Cosas del destino.
Estación de subte. Banco corrido del andén a Retiro. De lejos veo que hay sólo tres mujeres sentadas, me aproximo para sentarme y esperar veinte minutos, porque es muy temprano. Al acercarme veo, sin embargo, que el banco está íntegramente ocupado por tres mujeres y sus respectivos bolsos, a la derecha de cada una de ellas. Ni un resquicio para sentarme, ni un indicio de que alguna de ellas esté dispuesta a cargar el bolso sobre sus rodillas, como la constitución nacional obliga. De inmediato llega el subte, las tres mujeres se levantan y yo ocupo lugar en el banco vacío. Se va el subte, llega más gente al andén. Cuando me doy cuenta somos cuatro hombres y una señora sentados en el lugar que habían colonizado las tres mujeres. Llega un viejo con bastón y, tras intercambiar una mirada rápida con el estudiante que estaba a mi lado, hacemos colita pal costadito y le abrimos lugar. Seis personas sentadas, ahora sí es un banco rendidor.

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