sábado, 22 de septiembre de 2012

Vendedor de mundos

Me dio la botella vacía y me explicó en dos palabras lo que ofrecía, con las manos en los bolsillos y esa expresión de quien no tiene nada más que agregar.
-¿Todo un mundo enterito acá adentro? -pregunté, repitiendo textualmente su lacónica explicación, y sacudí la botella vacía-. ¿El que yo quiera?
El tipo puso un poco de cara de fastidio. Yo miraba la botella: de agua mineral de litro y medio, vacía. Bah, vacío no sino sin agua, porque estaba llena de aire. Incluso parecía como inflada a presión, como si estuviera por explotar. Adentro, pude ver, había como una pelusita verde que flotaba como flota el arco iris en una burbuja de detergente.
-El que quieras, no. Pero uno mejor a este, sin dudas. Tenés varios para elegir -Y, tras mirar hacia un lado y otro con desconfianza profesional, sacó las manos de los bolsillos y entreabrió por un segundo su sobretodo, dejando ver una docena de botellas vacías (de coca, mirinda, pritty, aquarius, etcétera).
-¿Y cómo sé cuál prefiero? De afuera no se distingue nada -dije, señalando la botella vacía que tenía en mi mano.
-El que elijas va a ser el correcto. A parte, si no te gusta, sólo tenés que encontrar la tapita, sacarla y salir -Se empezaba a impacientar, y eso me olió mal.
Le devolví la botella de un impulso, le agradecí, dije que no tenía diez pesos para desperdiciar así, y me fui. Ya estaba llegando tarde al trabajo, y esos paquetes de promociones no se iban a vender solos. Como si meterse y salir de botellas fuera la solución de todo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...