martes, 25 de septiembre de 2012

La paloma de las patas azules

El baño de la oficina tiene una ventana desde la que se ve todo, y donde van a posarse las palomas. Tiene un alfeizar grande y reparado y con linda vista del río, y se llena de palomas. Yo voy ahí a perder el tiempo. Dije que es la ventana del baño, pero en realidad es la ventana del baño de mujeres. El de hombres es chiquito y oscuro y siempre tiene mal olor, y como mujeres no hay casi ninguna en mi piso, se hizo habitual que fuera al de mujeres a hacer mis cosas y fumar. Pero ya no fumo y me quedo mirando las palomas. Hay una que me llama la atención porque viene todos los días con las patas llenas de pintura azul. No tengo ni idea de dónde vendrá, quién le pintará las patas a la hora del almuerzo, por qué siempre la pintura está fresca, por qué sólo ella y ninguna otra paloma (porque es una, la reconozco porque le falta un dedito y tiene una pluma arrevesada en la frente), ni nada de nada. Pero esa paloma con las patas azules está siempre en el alfeizar de la ventana del baño de mujeres, ululando con las demás, haciendo caca, dejando huellitas azules. Antes cuando quería contar algo interesante, contaba a las personas la historia de esta paloma, pero nadie la encontraba graciosa. Entonces ahora cuento lo de la paloma y añado que gracias a ella dejé de fumar. Ahora encuentran que la historia es interesante, aunque haya sido mentira.

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