domingo, 23 de noviembre de 2008

Lo inacabado

Juan Iváñez había superado apenas la mitad de su vida cuando se dio cuenta que deseaba construirse una casa. Como problemas económicos no sufría, eligió un lindo terrenito, diseñó unos planos, discutió detalles técnicos con un arquitecto y contrató a cinco peones. Era octubre y esperaba poder tenerla lista en dos meses, pero la sequía y la lluvia hicieron que se hiciera diciembre y estuviera a medio hacer. Juan Iváñez se sintió profundamente abatido, no podía negarse.
Paseó una tarde calurosa por su pequeña casita sin terminar. Vio el techo, que era sólo chapas agujereadas por el momento, vio las paredes, a la mitad de las cuales les faltaban el revoque. El baño parecía casi listo, brillaba porque era lo último instalado. Había también algunos muebles en la cocina, tapados con plásticos para que no los percudiera el polvo, la cocina estaba en su sitio y tenía toda la instalación de gas ya realizada. Ventanas tenía, el piso de living necesitaba las losas, pero la base estaba, canillas había por todos lados, luz también. ¿Cuánto me falta?, se preguntó, y se sentó en el piso a observar.
Entonces tomó la decisión más rara que puede tomar un humano en su condici

1 comentario:

A ver qué tenés para decir...