lunes, 24 de noviembre de 2008

Canta y no llores

Ciertamente los críticos me desagradan. Esperan mucho de algo, nunca es lo que esperaban, buscan los barritos y se glorían de decir ¡plagio, plagio, plagio! Aman ser los primeros pelotudos que ven una bazofia y dicen ¡qué artista!, para que mil chorlitos más vayan y repitan ¡pero qué artista! Detestan los buenos valores, les encanta el sexo, los enfermos y los que hacen las cosas mal y no les gusta corregirlas.
Hoy vi una buena película, no gran cosa pero sí muy linda, sin embargo, como la crítica estaba acostumbrada a otra cosa de parte del director, la rotularon de "cagada". Pero era linda, de esas que alguien que como yo no sabe nada, le gusta.
Si hoy Antoine de Saint-Exupéry sacara El Principito* no me cabe duda que le tirarían cebollas, criticarían sus comparaciones demasiado "tiernas" y hasta le encontrarían clichés hollywoodenses.
En definitiva, de mis pocos encontronazos con los críticos rescato algunos consejos para los nabos que caen en mis manos: primero, el mejor crítico es el propio gusto, pero si se quiere saber más, hay que consultar a un artista que sepa, y después al autor. Segundo, que si uno ve la crítica de algo y esa crítica dice que es bueno, no vale la pena ver o leer la obra, y viceversa. Tercero, que si te gustó algo, evites a toda costa saber qué opinan los críticos sobre eso.

*(Vale acotar que jamás leí El Principito, lo tengo pendiente todavía.)

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