sábado, 29 de noviembre de 2008

La violencia engendra

Un día Martincito se subió al auto del papá rápidamente y todo asustado a la salida del colegio. El padre ignoró esta actitud por un momento, pero a unas cuadras le preguntó qué le había pasado.
-Es que Esteban dijo que nos íbamos a pelear a la salida del colegio -dijo, tímidamente y aún con miedo-. Y yo no sé pelear.
El padre sonrió y, dándole una palmadita en el hombro, le dijo:
-Pero hijo... las peleas no arreglan nada, son cosa de personas tontas: las palabras solucionan los problemas entre verdaderos caballeros. Así que, para que Esteban aprenda la lección, quiero que mañana le digas esto: "Mirá pibe,” así le tenés que decir, “Mirá pibe, yo no quiero pelear con vos porque eso es de cagón que no entiende una mierda de la vida, así que pelotudito mejor que te calmés y no me rompas más las pelotas y arreglemos todo esto hablando, porque sino sí, no me va a quedar más alternativa que cagarte a trompadas hasta que te sangre la boca y no sientas tus dientes, y te juro que cuando estés en el piso se voy a romper el estómago a patadas y que la frente te va a haber golpeado tantas veces el piso que tu chichón va a ser más grande que tu cerebro. ¿Quedó claro...?" Y así vas a ver cómo Esteban entiende, querido, sólo usando palabras como gente civilizada, nada de pelear...

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