lunes, 27 de febrero de 2012

A moment out loud

Hay que tratar de recordar cómo se sienten las cosas, porque uno después se olvida. Y recordar no es cerrar los ojos, arrugar la frente y decir "tengo que acordarme de esto" porque así no funciona, así no te vas a acordar ni siquiera dónde escondiste el juego extra de llaves. Hay que analizar la situación, analizar el suceso punto por punto, parte por parte; analizar el propio cuerpo, cómo se mueven involuntariamente los músculos, dónde palpita más fuerte el corazón, qué le pasa a la respiración, cuán lejos se siente el piso. Hay que hacerse un retrato mental acabado, real, hay que ponerlo en palabras, hacerse un poema mental de casa acontecimiento vital. El primer día enamorado, la muerte de tu perro, cuando te pasaste de parada por primera vez, el día del accidente, cuando te pidieron una moneda y mentiste, el despertar después de tu mejor sueño, cuando ganaste todos los juegos en el recreo, cuando tu mamá te llamó llorando a mitad de la noche.
Después cuando quieras haberlo olvidado, cuando quieras poner como excusa que no sabés de qué se habla, cuando creas que algo te es indiferente, te va a saltar el recuerdo. Y no una vaga sensación, un recuerdo vívido. Eso nos hace más personas.

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