miércoles, 31 de diciembre de 2008

Un año

Un fin de año, al caminar de la desolada parada de colectivos hasta la casa-quinta de mis padres, me encontré con un linyera a mitad de camino, sin hacer nada, pidiendo.
Al fin de año siguiente me lo volví a encontrar, en la misma posición y todo.
-No le doy nada -le dije al pasar-, porque yo me desvivo trabajando para ganar mi dinero. Usted debería hacer lo mismo y dejarse de limosnear.
-Y Usted -me respondió, con tonito divertido-, debería venir a la casa de sus padres más de una vez al año, en vez de trabajar tanto.
Y mientras seguía mi camino, lleno de roja indignación, pensé que tal vez el que pierde sus padres siente tal desazón que hasta pierde el loco amor al dinero.
Bueno, en definitiva, cuando fui de visita al mes siguiente, el linyera seguía ahí, pero ahora sonriéndome satisfecho. Cada uno hace su trabajo lo mejor que le sale, pero algunos le sacan mayor provecho, como aquel linyera.

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