martes, 2 de diciembre de 2008

In poténtia

Leía el diario en el banco de la plaza. Entre sacos, corbatas y sombreros, pasó un vestido añil tirado por el viento. Su nuca contenida en un rodete lucía un collar de perlas, pequeñas lunas, y un tatuaje con forma de pasión. El vagabundo de enfrente, mientras lamía su zapato, dijo:
-No mire si no le va a ver la cara, muchacho, se lo dice quien sufre por ello. Toda mujer de espaldas que llama la atención, es una caja de Pandora.
Sin sonreír, vuelta vista al diario, el vestido añil se alejó, también Pandora, también el amor.

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