viernes, 5 de diciembre de 2008

Condición humana VII

Una mañana, en una calle cualquiera a una distancia más o menos uniforme de todos lados, apareció una bolsa de arpillera. Cuando el más madrugador del barrio se levantó y fue a trabajar, ya estaba allí. Era una bolsa marrón, no muy grande, llena por la mitad. La parte superior quedaba vacía y se movía con el viento. Un auto podía pasarle por arriba sin riesgos de dañarse, pero muchos igual optaban por pasarle por al lado. Era una bolsa, nadie sabía qué había adentro, pero tampoco se detenían a ver. Podía tener un cacho de cemento, podría haber sido dejada por un elfo y estar llena de oro, podía estar repleta de meteoritos de Marte, podía estar Dios mismo ahí adentro, tal vez los restos de una bruja del siglo once, podía haber basura de alguna construcción. Pero nadie lo supo, todos la esquivaron o le pasaron por arriba, tenían muchas cosas qué hacer y no se detuvieron a mirar.
Al día siguiente, cuando el más madrugador se levantó para ir a trabajar, la bolsa no estaba más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...