lunes, 21 de mayo de 2012

Ciclociclociclocolci

Llullai se cargó su bebé en la espalda y tiró hacia abajo de su gorro para protegerse del áspero frío al que se iba enfrentar afuera. Y mientras abría la puerta pensó en que Llullai, la abuela de su abuela, alguna vez había hecho exactamente lo mismo: cargar con su bebé en la espalda y tirar de su gorro de lana hacia abajo. Y que Llullai, la bisnieta de su hijito, algún día haría lo mismo. En el mismo valle, en la misma casa, en la misma época del año, con el mismo clima.
Y se acordó que dentro de pocos años Llaco, el bebé que dormía colgado de su espalda, se cortaría el dedo, igual a como le había pasado al papá de su abuelo. Y que algún día, cuando Llaco fuera grande, le contaría esta historia a sus hijos para que el nieto de su nieto, Llaco, no sufriera tanto cuando se cortara su dedito...
Llullai cerró la puerta de su casa y se encaminó hacia el mercado. Caminaba encorvada por el frío áspero del viento y encorvada por el peso de tantos años que nunca se alejaban de ese valle.

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