martes, 16 de marzo de 2010

Ya sin risas

Tras doce años siendo pediatra durante el día y filósofo fumador durante la noche, Eduardo descubrió que la peor verdad inventada por el hombre es que las bromas esconden algo de verdad. No sólo es mala porque la mayoría de las veces es cierto, sino porque incluso cuando no es así, el embromado piensa que sí, y a la larga todo termina volviéndose realidad.

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