martes, 2 de marzo de 2010

Si tuviera una lapetope

Después de seis horas despierto merecía un descanso, así que colgué la hamaca paraguaya, ¿no?* y miré el cielo. Cúmbulus cirrosis o algo así, que lindas nubes que te perdés en sus alturas y sus formas maravillosas de montañas flotantes. Tuerzo la cabeza un poco desde mi horizontal abananada y veo a un demonio nipón rogando clemencia ante el fiero caballero de casco viquingo que estaba a punto de aplastarlo con las pezuñas en punta de su místico caballo. Descanso la vista y al mirar de nuevo sólo hay un canguro volador con el culo muy pesado que parece estar a punto de estrellarse contra un tronco. Al rato el viento siguió soplando y difuminando las formas hasta hacer aparecer a un elfo cabezón con taladros en las manos abrazando a una serpiente de dos cabezas y una protuberancia (sospecho que se trataba de la tercera cabeza decapitada).
Entonces mi perro pasó cerca mío y se echó panza al sol. Yo le chiflé y lo llamé hasta que vino junto a la hamaca paraguaya. Después de darle unas palmaditas logré que adquiriera la posición de mimoso: cabeza al piso y culo para arriba. Así lo pude usar como pibote para empujarme y balancear la hamaca. En seguida noté que el perro me miraba con cara curiosa, y después del décimo impulso se paró y me abandonó. Sí, será perro pero sospecho que se dio cuenta que lo utilizaba vilmente.
Después de un rato largo me cansé del silencio zumbante de la tarde y me fui a la casa de al lado.
...
Si tuviera computadora portátil, todo esto (salvo la parte de los empujones contra el perro) habrían sido narrados orgullosamente en tiempo presente.


*Es esa pregunta retórica cuya respuesta se sabe de antemano que es sí, pues de lo contrario nada de lo que se procederá a contar pudo haber tenido lugar.

2 comentarios:

  1. ¿No te encatan las preguntas retóricas?

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  2. una acer bordeaux te hubiera venido bien, pero vivo lejos! por otra parte me encantó

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A ver qué tenés para decir...