Piensa en las flores que murieron antes de ser creado el florero. Piensa en los niños adultos que se asombraban con una flor nueva y desconocida, y al querer adueñarse de ella la destruían. Piensa en cómo ese humano primitivo aprendió a arrancarla con delicadeza, y su tristeza cuando descubrió que moría en una hora o un día. Piensa, piensa, piensa las veces que intento mantenerla viva, incluso creyendo que al arrancar la rama entera se podía. Y piensa, desde cero como pensó él y mil antes que él, en cómo cocinar la tierra, meterle agua, y adormecer allí a la flor que se abría. Tanto esfuerzo en medio de un mundo hostil sólo para tener a una flor de compañía.
domingo, 22 de agosto de 2010
Que las flores tacompañen
¿Para qué nació la flor si no es para ser vista, olfateada? ¿Para qué brotó pimpollo y abrió fuego contra el mundo, sonriendo con color al sol, si nadie va a mirarla, registrarla, y mucho menos inclinarse sobre ella y, quizá, en un gesto posesivo y tierno arrancarla, cortarla de imprevisto y llevarla a un florero o a un amado? ¿Para qué el esfuerzo de su planta hogar, si no recibe por su trabajo ni elogios ni maltratos?
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