viernes, 6 de agosto de 2010

TizaHawk

El Exterminio Oriental (y los sucesivos exterminios que le siguieron en África y Mesoamérica en la segunda década del siglo XX) llevó a las Naciones Unidas, por primera vez en la historia, a pensar realmente en la seguridad de la humanidad, reducida en la actualidad a un tercio de lo que había llegado a ser en el 2011... ¿Pero cómo lograr la paz en un mundo carcomido y rencoroso?
Y la solución llegó de unas de las personas menos pensadas: un tal Jean DeViella propuso poner en manos de las Naciones Unidas su empresa familiar: una cadena de fábricas de útiles escolares. Su pensamiento fue que, siendo imposible anular el instinto sangriento de la bestia humana, había que lograr saciarla sin provocar las pérdidas abismales acostumbradas.
Desde entonces, cada vez que sonaba la sirena de ataque aéreo en alguna ciudad, la gente salía corriendo a guarecerse en algún kiosko con toldo o en alguna vidriera, o a comprarse paraguas y taparse con carpetas. Porque era inminente que de un segundo a otro empezaría el bombardeo de tizas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...