lunes, 20 de julio de 2009

Carceleras con minifaldas

En la cárcel me di cuenta (en realidad fue en la playa, pero si digo que fue en la cárcel tiene mayor ambientación) que las personas son como arena (y digo personas por decir algo, podría decir historias, películas, tréboles y computadoras). Uno se mete con las personas, se involucra con ellas, y por más que pase el tiempo y las distancias, es imposible deshacerse de ellas por completo: siempre quedan granitos en las arrugas de la piel, entre los dedos, y se pasan de una mano a otra cuando frotamos intentando librarnos de ellas.

-Estuve pensando...
-¿Qué cosa?
-Que hay preguntas que no tienen respuesta en esta vida.
-Eso lo sacaste de Full Metal Alchemist.
-Sí, ya sé. Y pensaba en que tenía razón... Me esforcé mucho en comprender cómo funcionan las relaciones entre humanos, o entre humanos y cosas: la amistad, la familia, y por sobre todo el amor.
-Que es parte de todo eso, ¿no?
-Sí, sí; pensaba que había clases de amor, ahora no tengo idea. No sé, no le encuentro explicación. Ni explicación, ni sentido, ni comprensión, ni poesía, ni futuro, ni una puta analogía que ponga algo de luz sobre el tema. Es todo tan inentendible como la fisión nuclear.
-La fisión nuclear es entendible eh.
-Por eso: mi comparación es inentendible.


Ima demo kono mune no oku Kesenai tsumi wa itamu kedo.

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