jueves, 2 de julio de 2009

A sueldo

Miraste por mi camino,
yo miré el tuyo.
Estábamos uno frente al otro,
y mientras ponía mi mano en el bolsillo
yo no podía pensar un chamuyo.
Tenía mil opciones para tomar:
ser amigable, comprarte un trago,
unas flores, un ramo,
hacerme el estúpido y huir,
hacerme el vivo, ser frontal,
enfrentarte: ¿qué hacés aquí?,
si deberíamos estar afuera,
¿adónde salís, adónde vas
que yo pueda ir y matarte?
Tantas cosas por decir, pero no decía nada.
Siempre me pasó igual, lo sé,
no sé vos, pero yo sí.
Siempre me porté como un nabo
cuando me tocó hacer algo así.
Porque esté donde esté,
un bar, una reunión, la calle o el furgón,
intento hacer ese momento agradable,
tú última función.
Siempre quise enamorarte, a vos, a ellas,
antes de tener que dispararles.
Pero no, nunca me salió.
Chau, bombón.

(Leer con My heart beats, de Hafdis Huld, de fondo.)

1 comentario:

  1. El otro día junto con otras dos personas descubrimos que no es muy aconsejable llamar a las personas como a comenstibles.
    Sacando la última línea el poema como siempre, me gustó mucho.
    Abrazo Rafillo (:

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