martes, 21 de julio de 2009

Al Ed

No fue la muerte la que detuvo
tu corazón que siempre fue una locomotora.
Fue un pecado, pero no un error ni sangre:
fue algo capaz de rajar las rocas.
Recuerdo yo estaba contigo cuando lo hiciste
y lo hicimos. Estábamos juntos esa vez,
y ahora es lo mismo, porque parece repetirse
la maldición de la graciosa razón y este destino
que se ensaña con quienes pueden ver penetrando el horizonte.
Es este el momento en que me pregunto
si estamos juntos, por qué no nos vemos;
si hicimos todo de la mano, por qué no...
por qué no es el mismo sitio al que vamos.
Ver todo, atravesarlo, hacerlo propio,
tal vez así volvamos a ser hermanos.

Traducilo al japonés y ponele música y tenés lo que yo quiero.

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