lunes, 1 de julio de 2013

Volverse tonto

Las pecas de tu hombro derecho y el tramado de las calzas sobre tus muslos. El rulo de hilo sisal donde colgás tu manopla de cocina y el canto del zorzal en el alero del balcón. Esa risa tuya tan liviana como un diente de león y el hueco que queda en el sofá donde tomamos desayunos. Los recuerdos de tu infancia y los proyectos a futuro. Las tostadas con miel, el bizcochuelo recién hecho, el ruido de tu pulso, la piel de gallina al viento.

2 comentarios:

  1. Me encanta. Hay un nosequé con ciertos detalles que enamoran, y captarlos así más todavía. Tus palabras están llenas de imágenes.
    Saludito!

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  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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