domingo, 28 de julio de 2013

Metáforas perfectas

Hoy fue un día de mucho mal humor hasta hace una hora. Déjenme contarles por qué ya no.
Estaba de mal humor, como ya les dije, y decidí descargar energías cortando el pasto. Fui hasta lo de un vecino viudo que ya no puede encargarse de su propio jardín y me puse a trabajar, usando su máquina vieja y poderosa. Mi mal humor se acrecentaba cada vez que su perrito, ansioso, se enredaba con el cable en sus intentos de atraer mi atención.
En un momento de imprudencia mi pie resbaló sobre la máquina y fue a parar abajo de las cuchillas. Sentí un golpe rápido en la punta del pie, sobre los dedos más chicos, y fue como si el tobillo se convirtiera en una hélice mientras salía despedida hacia atrás. El dolor subió hasta la rodilla y apenas tuve tiempo de apagar la máquina antes de caer sentado.
Ok, mantuve la serenidad. Pasado el primer dolor agudo, ahora no lo sentía tan grave. Vi la zapatilla con la lona rajada de punta a punta. ¿Se veía sangre? No. ¿Sentía el pie húmedo? No, tampoco. No me había cortado ningún dedo. ¿Los podía mover bien? Sí, parecía que sí. Con cuidado me saqué la zapatilla y vi que la media estaba sana. Eso me alivió enormemente. Saqué también la media y vi que los dedos estaban ilesos. Un poco rojos, nada más.
Enseguida escuché un jaleo y el perrito de mi vecino se me vino encima para que le jugara, a lo que respondí, en el colmo de mi mal humor, con un empujón violento. El perrito se quedó atrás, mirándome, sin entender. Y ahí fui yo el que entendió. ¿Cuándo había jugado con una persona por última vez ese infeliz animal?
Me puse la media y la zapatilla, me incorporé y me puse a jugar con él. Durante diez minutos, en los que gasté más energía que en dos horas de cortar el pasto, fui todo lo que el perrito quiso, lo corrí, le chumbé, le tiré palitos, nos revolcamos juntos, me dejé arañar por sus uñas largas, me dejé lamer toda la cara, lo acaricié hasta que se calmó.
Qué parecidos somos vos y yo perrito, pensé mientras seguía cortando el pasto. Qué metáfora perfecta nos regala la vida.

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