Íbamos camino al sur. Fue este verano. La ruta estaba vacía, el espacio era tan infinito que daba rabia tener que ir en línea recta. De pronto la duda: ¿cuánto creés que medirán las rayas blancas del medio?, pregunté. Un metro, aventuró. Dos. Hubo un silencio que, por la velocidad a la que íbamos, pudo ser eterno. ¿Vos qué creés?, me preguntó. Justo en ese momento pasamos al lado de un zorro aplastado. A ver: frená, le dije. Y frenó y nos bajamos en medio de esa ruta en un espacio infinito, en un camino vacío, a medir las eternas rayas blancas, centímetro a centímetro.
miércoles, 3 de julio de 2013
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