Conozco tan bien esta casa que, con los ojos cerrados y los brazos estirados, camino y voy sintiendo, en la punta de los dedos, el florero y las cortinas, el metal de la baranda, la cornisa, la puntita del alero, el humo que dejaste muerto en el cenicero. La recuerdo tan bien que me deslizo sin mirar escalerabajo y me detengo en el agujero donde antes guardabas tu paraguas, donde colgaba tu tapado carmín, donde preparabas tus palabras de cariño hacia mí. Camino hasta el buzón, lo ausculto y sé sin abrirlo que sigue vacío.
martes, 16 de julio de 2013
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Like it, como siempre. Sos un genio. Creo que voy a comentarte una entrada vieja, solo para molestar!!
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