domingo, 10 de enero de 2010

Por qué todo debe ser escrito

-Mirá este llavero que me compré hoy en Morón.
-¿A ver? Es igual que el que ya tenías.
-No, este es el que tenía. Son los dos llaveros con forma de gancho, pero mirá, este nuevo tiene este sistema de seguridad: abierto, cerrado, abierto, cerrado... ¿ves?
-¿A ver? Prestame. Ah mirá. Y este es más plateado.
-Yo decía que este es más bien dorado en realidad. A parte fijate que la lonjita que tiene para meter la arandela con las llaves es más larga que el otro.
-Ah, claro, más cómodo, ¿no?
-Sí, y mirá esto. Acá están mis iniciales.
-Este también tiene tus iniciales.
-Los dos tienen, pero son distintas.
-Ah, más largas.
-Sí, me gustaba más así.
-A mí me gustaba la forma más pesada.
-Pero no iba con la lonjita para la arandela. A demás depende del tipo de llaves que le pongas.
-Ah, es verdad, ya no son las mismas llaves: vos cambiaste todas las cerraduras después del robo, ¿no?
-Me queda cambiar la de la terraza.
-Pero esas no las llevás en este llavero.
-No, no.

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