sábado, 2 de enero de 2010

Mdk

En la playa se pueden ver cosas extrañas. Y por extrañas no me refiero a los carritos de choclos ni a los negros senegaleses vendiendo viyuterí, ni a los muy modernos tablones de surf transparentes, sino cosas más extrañas como ese nene rubio que (parecía hijo de alemanes) corría al mar con un sobrecito de jugo en polvo, lo mordisqueaba y lo abría y tiraba todo el polvito dulce al agua, marrón y fétida, probablemente esperando que algún día de estos el mar se volviera jugo de manzana, sin saber que a muchos kilómetros, una empresa gigante succionaba toneladas y toneladas de agua para destilarla y obtener así minerales capaces de llenar dos millones de sobrecitos de jugo de manzana.


Siempre estando ajeno a todo lo demás.

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