sábado, 2 de enero de 2010

En la Heladería

J: Tomen, acá tienen servilletas.
R: Ah, muchas gracias... Disculpá que te moleste: ¿me dirías tu nombre?
J: Eeh... Janice.
R: ¿Janice en serio? Conocí muchas Janices este año (bah este año no, el anterior). Yo soy Rafael, por si te int-, digo, ¿te interesaba?
J: Jaja, eeh.. no sé.
R: Sí, suelo dar esa impresión. Decime... ¿a qué hora salís de trabajar?
J: A las 4 am.
R: ¿Y tenés alguien que te pase a buscar usualmente...? Un papá, un novio, digo.
J: No, me voy caminando sola, vivo acá cerca.
R: Ajá. Y perdoná que siga rompiéndote pero... si por casualidad yo paso por acá a las 4, y te veo ahí saliendo del local y te acordás que mi nombre es Rafa... ¿te molestaría si te acompaño hasta tu casa así charlamos en el camino? ... Sin malas intenciones eh.
J: Mirá no te conozco, así que si venís llamo a la policía.
...
R: Ok, acepto la derrota... Nos vemos a las 4.


Quiero creer que los animales, incluso los insectos, tienen una capacidad de pensamiento mayor a la que les atribuimos. Porque quiero creer que la libélula roja que hoy pasaba tan cerca de mí es la misma que ayer con mis propias manos salvé de un ahogamiento en la pileta. Y que es gratitud, no casualidad.

1 comentario:

  1. Duda existencial, pasaste a las 4 am o no? tiene que continuar!!!

    ResponderEliminar

A ver qué tenés para decir...