jueves, 1 de octubre de 2009

Colisión celestial

-Lord Chelseline, ¿por qué mira tanto el cielo?
-¿Por qué me lo preguntas, paje, cuando puedes mirarlo tú también y descubrirlo con tus ojos?
-No soy empirista, Lord Chelseline. Soy más bien neorracionalista.
-Sé poco al respecto, pero en tal caso quizás puedas ayudarme, tú, paje.
-¿Cómo, Lord Chelseline?
-¿Ves las nubes que nos sobrevuelan, paje?
-Creo verlas, Lord Chelseline, pero no estoy seguro de su existencia.
-Tal problema no importa. Dime: ¿van todas en la misma dirección?
-Sí... No, aguarde, Lord: le mentí. Ahora veo que hay por lo menos dos estratos. Unas se dirigen al Sur, y otras al Este.
-¿Se entrecruzan, entonces?
-En efecto.
-Y dime, paje, ¿tu lógica puede explicarme por qué dos nubes son incapaces de chocar?
-¿Chocar, Lord Chelseline?
-Sí. Golpear una a la otra, destruirse mutuamente, fundirse en una sola, ¡chocar como dos niños que juegan y corren sin mirar dónde!

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