sábado, 10 de noviembre de 2012

Persona que corta el pasto

Fue un sábado con aire limpio y en las doce cuadras que hay del cementerio a mi casa debo haberme cruzado con unas veinte personas que cortaban el pasto o arreglaban las plantas.
A la vuelta de mi casa vi, desde lejos, a un viejo que suelo cruzarme cuando hago los mandados. Sé por mi mamá que es un hombre soltero. Es de esas personas mayores que, o bien no ven un carajo, o no saben cómo sostener una bordeadora, o simplemente les encanta torturar cada brizna de pasto hasta que no queda más que tierra dura.
Cuando pasé frente a la vereda que desmontaba este hombre con su máquina, surgió la sospecha en mí, viendo mis manos todavía manchadas de pintura y teniendo en cuenta mi gusto por los boscosos jardines ingleses, que la forma de cortar el pasto de una persona habla de su personalidad.
Me detuve un momento, lo saludé con un gesto y me acerqué.
-Buen día -dije.
-Buenas tardes -contestó, apagando la bordeadora.
-Perdón mi intromisión pero ¿tiene hijos usted?
El hombre de repente apoyó la bordeadora en el piso y se sostuvo sobre ella, poniendo una cara triste de flashback doloroso.
-Tuve dos nenas. Preciosas -aclaró-. Hace veinte años que se escaparon de casa...
No necesitaba más información para corroborar mi teoría. Asentí, haciendo un gesto de comprender su desdicha, lo saludé con la mano y me alejé. No había dado cinco pasos que la máquina volvía a azotar la tierra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...