Sí, de todo lo que le molestaba, esa planta era la peor. No porque nunca diera flores ni tuviera ningún aroma especial, sino porque esa planta había sido la elegida para reemplazar a su esposa mientras ella estaba de cuarentena en el centro de recreación alienígena. ¿Qué podía hacer una planta por su esposa? Era más insoportable que ella, no cocinaba: llamaba siempre al delivery, no lavaba ni barría: lo ponía a él a hacer esas cosas, no dormía en la cama y en invierno hacía mucho frío porque ni siquiera se dignaba a prender el hogar.
Aaah... si tan sólo pudiera podarla, ponerle veneno, dejarle las raíces al aire o cualquiera de esas maldades... Pero no: vendrían los alienígenas y se lo llevarían a él también al centro de recreación. Qué la playa ni qué la playa: él sabía perfectamente que ese claustro de recreación alienígena no estaba en la playa.
Cuando volvió su esposa de la cuarentena y los alienígenas se llevaron la planta, ella comenzó a decir ¡ay que esto! ¡ay que esto otro! Pero él se cansó, agarró la escopeta y le fundió el pecho con municiones. Ahí sí, vinieron los alienígenas y se lo llevaron a la playa.
viernes, 23 de enero de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
A ver qué tenés para decir...