viernes, 23 de enero de 2009

Centro de recreación alienígena

Sí, de todo lo que le molestaba, esa planta era la peor. No porque nunca diera flores ni tuviera ningún aroma especial, sino porque esa planta había sido la elegida para reemplazar a su esposa mientras ella estaba de cuarentena en el centro de recreación alienígena. ¿Qué podía hacer una planta por su esposa? Era más insoportable que ella, no cocinaba: llamaba siempre al delivery, no lavaba ni barría: lo ponía a él a hacer esas cosas, no dormía en la cama y en invierno hacía mucho frío porque ni siquiera se dignaba a prender el hogar.
Aaah... si tan sólo pudiera podarla, ponerle veneno, dejarle las raíces al aire o cualquiera de esas maldades... Pero no: vendrían los alienígenas y se lo llevarían a él también al centro de recreación. Qué la playa ni qué la playa: él sabía perfectamente que ese claustro de recreación alienígena no estaba en la playa.
Cuando volvió su esposa de la cuarentena y los alienígenas se llevaron la planta, ella comenzó a decir ¡ay que esto! ¡ay que esto otro! Pero él se cansó, agarró la escopeta y le fundió el pecho con municiones. Ahí sí, vinieron los alienígenas y se lo llevaron a la playa.

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