viernes, 21 de octubre de 2011

Condición humana XXXXVIII

Son esas pequeñas discusiones en la mesa las que más desgastan y emponzoñan el alma de la convivencia. Y mis papás tienen especial habilidad para charlar los temas más molestos a la hora de la cena. Como estas cosas siempre terminan a los portazos, son las charlas con amigos las que sirven de descarga y argumentación en pro y contras y las eternas quejas de todo. Y al final sólo quedan ese vago pensamiento de "por qué los hijos no pueden elegir a sus padres" y la verdad de que los padres tampoco eligen a los hijos, y el consuelo que más que consuelo es resignación, de que aunque los padres eligieran y los hijos también, el mundo no sería muy diferente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...