viernes, 16 de septiembre de 2011

Desde aquello

Desde que pasó aquello no pude volver a dormir bien, y no tengo más sueños normales. De hecho no sé si llamar sueños a lo que pasa por mi cerebro noche tras noche: en un sueño el inconsciente es el director, el elenco y el escenógrafo, pero últimamente es como si todas las noches yo dirigiera voluntariamente lo que la imaginación me impone. Por ponerles un ejemplo, la otra vez imaginé que cuando tenía diez años mis papás habían adoptado a una hija de unos amigos fallecidos, y así pasaba a tener una hermana menor; y anoche imaginé que una mujer a mi lado se caía del andén abajo del subte y perdía un brazo, y yo la salvaba y le tenía que hacer RCP porque el SAME tardaba mucho... Tan real como un sueño, tan profundo y doloroso como un recuerdo, me hace pensar en esa película Inception. No sé qué se propone mi cerebro, ni por qué tengo estos sueños desde que pasó aquello otro, pero ahora tengo en claro dos cosas: si no fuera porque es metafísicamente imposible, todo el mundo debería tener al menos un hermano menor; y todo el mundo debería haber un curso de RCP.

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