viernes, 8 de febrero de 2013

La planta que odio

Odiar una planta. No sé cuán común será, tal vez entre paisajistas y botánicos sea tema de una conversación común, pero no conozco a ninguno. Es como odiar una de las cosas más inofensivas del mundo, lo sé. Y lo mío no es odiar las plantas, sino a una sola en particular.
Me acuerdo que en mi casa anterior había un jacarandá que me molestaba, no aguantaba las hojitas diminutas, el lila afeminado de sus flores, lo único bueno que tenía era el crujido de esos frutos duros y secos cuando los trituraba con la planta del pie. Siempre le hacía pis al tronco, cuando me aburría agarraba algo de metal y le hacía pequeños tajos bien cerca de la base, para que nadie los viera. Cuando pasaba la bordeadora cortando el pasto, lo castigaba de más haciéndome el distraído.
En esta casa hay un limpiatubos terrible. El motivo de mi odio es concreto: los pelitos rojos de sus flores llenan la pileta y no dejan que esté limpia ni por un minuto. Es insoportable, es como una mujer gritando sin parar. Y no hay castigo que sirva con esta planta, ni aunque la podé con motosierra y la reduje a una triste mutilación, logré matarla. Refloreció a la siguiente primavera.
Cuando maté al gato del vecino, el que nos comía los quesos que se estaban oreando, hice un pozo entre las raíces (amputando varias en el proceso) del limpiatubos y lo enterré ahí. Pero desde entonces sus flores son más rojas y sus hojas son más largas, las ramas se estiran acercándose a la pileta que se ensucia y el tronco se engrosó como una víbora constrictora. Es como si la maldad del gato y la de la planta se hubieran fusionado, en vez de envenenarlo este a aquella, como yo esperaba.
Fui derrotado. Fui vencido completamente por la única planta que odio en esta casa. Cuando papá me preguntó por qué había decidido tan de repente mudarme al centro lo dije sin pensar, como un acto fallido que pasó desapercibido. "Porque allá no hay plantas", dije, y nos reímos. La mía era una risa muy amarga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...