lunes, 11 de junio de 2012

En la corte de Antropquía

En la corte de Antropquía hay un Envenenador Real. Recibe un sueldo más que abultado a cambio de crear venenos sin antídotos y de utilizarlos en los enemigos del príncipe. Otra parte de su trabajo consiste en buscar remedios para la familia real cuando se considera que fueron envenenados, y en obtener una sustancia tan poderosa y secreta con la cual el príncipe podrá, si llega a ser necesario, envenenar al mismo Envenenador Real o a alguno de sus reemplazantes. Nadie en toda la corte ni en todo el reino conoce ni reconoce al Envenenador Real: cuando el príncipe requiere sus servicios, debe presentarse envuelto en un manto negro, con una máscara roja y caminando sobre zancos, y viajar de aquí para allá en una carreta sin ventanas. Tanto secreto y discreción hay en este asunto que hasta la familia del príncipe, y tal vez el mismo príncipe, temen a cualquier servidor o paje de rostro desconocido que entra a servir en el palacio y se comporta de forma sospechosa, o prudente, o suelta, o reservada, o natural, o respetuosa, o como sea.

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