Después del último suspiro hubo una pausa en la que los dos se miraron quedamente. Sus cabezas parecían infladas e inestables como globos.
-Parece que ya no hay nada por decir. Parece que ya todo está dicho -dijo uno.
-Entonces volvamos -dijo el otro- a hablar de nada.
viernes, 11 de noviembre de 2011
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