domingo, 5 de diciembre de 2010
El laberinto de la soledad
Dakara. Bokura. Sayonala. Vas a estar solo. Desde la primera vez que te diste cuenta que estabas más aislado que el resto, hasta el final. No vas a encontrar el verdadero motivo. Estar solo es estar solo, no poder compartirlo con nadie fuera de tu cabeza. Tal vez porque nadie pueda entenderlo exactamente como lo entendés vos, o porque sabés que a fin de cuentas a nadie le interesa lo suficiente, o porque aunque le interese no puede ayudarte (tal vez porque no necesitás ayuda) ni puede solucionarlo. La experiencia incluso te lo enseña: la soledad no tiene remedio. Es una entidad completa sin resquicios ni divisiones: intelectual, emotiva, trascendente, todo soledad, todo distancias, todo vacío. Hayaku. Oyanai. Rakuchin. Igualmente sabés, o vas a descubrirlo rápido, lo malo, lo grave, lo que te hace llorar no es estar solo, ni tenerle miedo a la soledad, ni la envidia a la compañía, ni la añoranza, sino el saber que estás solo. Es como despertar una mañana en un laberinto sin salidas. No importa nada, ninguna de las circunstancias, sólo estás en el laberinto.
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