martes, 2 de abril de 2013

Opio

Le mostré cómo sangraba y me rellenó con agujas de pino. Me dijo que ya estaba, que siguiera mi camino. Pero a cada paso que daba las agujas de pino me pinchaban y dolían. Llegué hasta a un bar que recién abría, pedí un tequila, y pedí otro para una amapola con cara de dormida. Reímos y tomamos y dormimos y nos deshicimos de mis agujas de pino, nos deshicimos de sus medicinas y de nuestros caminos, y juntos olvidamos todo lo que quisimos, lo que una vez quisimos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...