jueves, 21 de marzo de 2013

Kamikaze mañanero

Me atacó cuando hacía poco me despertaba de una pesadilla siniestra de un sueño revelador. Me atacó cuando el cerebro vacila entre la luz y la oscuridad y el alma no se halla del todo en el cuerpo, cuando la vista sólo distingue una única profundidad, el olfato no existe, el oído está plagado de fantasmas y el tacto, aunque dubitativo, es el único que se mantiene fiel.
Nombre completo: Fernando Demián Tristán. Ferno para los amigos. Edad: 32. Estado civil: divorciado. Hijos: ninguno llevado a cabo. Trabajo: asistente de gerente en AMC. Actividad física: gimnasio, dos veces por semana. Enfermedades/ trastornos: diabético, neurótico, alérgico al kiwi. Tipo de sangre: A, creo que positivo.
No sé por qué llené este formulario mental mientras me revolcaba por el piso, puro golpazos, sabiendo que los intentos de resistirme eran inútiles, cuando podría haber llamado por ayuda, o lamentar no haber hecho algo mejor de mi vida.
Entonces fue cuando las yemas de los dedos reconocieron la textura inconfundible del destornillador. El destornillador que se había perdido después de reparar el farol del techo del dormitorio, había quedado entre las pantuflas viejas, abajo de la cama. Lo aferré con fuerza y lo clavé varias veces en mi atacante. Me lastimé mi otra mano al hacerlo, pero sobreviví.
Al ponerme de pie, tambaleante, no recordaba nada de lo que había pasado y de lo que había pensado. Recordaba haberme despertado de una pesadilla siniestra, de un sueño revelador. Pero nada de eso había logrado retener. Todo recuerdo perdido.

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