viernes, 19 de agosto de 2011

Hipomoralismo

De repente, desaparecer. Así sin más, a lo arjona, tomar la decisión y ejecutarla en tres minutos.
O salir a pelearle a las viejas y esperar que se defiendan. Provocarlas.
Convencer a extraños peatones de que se suiciden, de que un onceavo piso es el broche perfecto de sus desconocidas pero miserables vidas.
Tirarle ladrillos a los camiones blindados, tantos ladrillos como haga falta. O lanzarle perritos adelante cuando están por arrancar.
Prender fuego un hospital. (El fuego es tan hermoso que podría prender fuego cualquier cosa.)
Bailar la danza de la lluvia y del granizo en una plaza. Desnudo funcionaría mejor.
Y con tantas otras cosas podría uno salir a divertirse...

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