jueves, 11 de febrero de 2010

Usotsuki

Algunos drogas, otros deportes extremos, pero ambas alternativas requieren mucha plata. Para mí la adrenalina cotidiana que me hace sentir vivo es, simplemente, no frenar en las esquinas cuando voy en bicicleta. (Salvo que, obviamente, venga un auto: digo, sigo derecho sin mirar cuando no escucho nada o no se reconoce ningún motor, lo cual no quiere decir que no venga nada. Muchas veces avancé sin oír el coche que se acercaba, pero las probabilidades son tan bajas que...) En fin, esa es mi cuota mínima de adrenalina.
La otra, la importante que no experimentaba hace mucho, es entrar a casas. Tiene lo suyo si están vacías (y si un compañero idiota te hace sonar el teléfono). Pero de verdad, de verdad es interesante cuando no están vacías. Ahora creo que comprendo a las drogas y a los deportes extremos: las voces, al otro lado de la puerta, la presión, los pasos ahí, al otro lado de esa puerta, más consiente que nunca del sonido de mi propia respiración y de la de mis amigos atrás (siempre soy la cabeza) y tener que gesticularles, resignado: ¡atrás, afuera, afuera!

1 comentario:

A ver qué tenés para decir...