sábado, 17 de diciembre de 2011

Lo huesos al sol

-¿Ves esos huesos? ¿Ves esas piedras? Me siento igual de viejo que ellas.
Junto al camino quedaban los restos de la excavación arqueológica. Suspendida a mitad de diciembre por falta de presupuesto, a aguantar la intemperie.
-¿De qué habla, don? -me preguntó el niño del cicus, achicando los ojos por el sol que se ponía-. Usté debe tene la edad de mi papá.
-Tu papá tiene una sangre de hierro que no se oxida. De donde yo vengo comemos barro desde que dejamos la teta. El saber ciertas cosas pesa, nuestra sangre se coagula en las alturas y nos agrieta la piel el calor... ¿Ve esos huesos? Así estoy yo por dentro.
-Todos tenemo huesos, don. Sabrá ciertas cosas, pero no sabe lo elemental, ¿no, don?
Sin apartar los ojos de la pilita de costillas, tibias y fémures, le digo que sí. Que esqueleto tienen todos, solo que algunos sientes que se les parte adentro.

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