sábado, 22 de enero de 2011

Ranarás

Estaba en el jardín, a la noche, pensando en las desgracias de la vida. Agitándome la remera en el pecho para sentir un poco de fresco, secándole el culo a la botella de agua fría cada vez que le daba un trago. Guerras en ciudades, guerras económicas, terremotos, epidemias, problemas financieros que pagan los pobres, inseguridad, terrorismo y demás. Cuánto sufrimiento al pedo, pensaba. Si las mil personas más poderosas e influyentes del mundo acordaran no joder más, todo se arreglaría muy rápido. En eso escuché el croar de dos ranas, perdidas en la penumbra del jardín. Croaban y croaban. Descubrí que una lloraba, la otra le decía chau.

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