Generalmente no los veo, tan acostumbrado estoy a ellos. Pero cuando me echo sobre el pasto o sobre el techo y miro al cielo, y es un día especialmente despejado y soleado, ahí resulta imposible ignorarlos. Refractan la luz del sol y son como pequeños arco irises con voluntad propia, recortándose contra el celeste de afuera.
Me gustaría saber si saben de mi existencia, y en ese caso qué piensan de mí. No sé nada de ellos, pero ellos deben saber todos mis secretos.
Jaja, que bueno. Yo les puse nombre hace tiempo: hastratalingas.
ResponderEliminarRafa, me podés decir cómo escribís tan bien?? tus relatos me emocionan, y eso que no los pintás!!!
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