domingo, 19 de septiembre de 2010

Diminutas conciencias

Hay cositas vivientes sobre mis ojos. Pasean todo el día de un lado a otro por la córnea, van a su antojo o se quedan quietitas y se deslizan en la humedad de alguna lágrima. Alguien los llamó una vez la flora ocular, pero la verdad es que la flora intestinal nada tiene en parecido con estos diminutos inquilinos globulares.
Generalmente no los veo, tan acostumbrado estoy a ellos. Pero cuando me echo sobre el pasto o sobre el techo y miro al cielo, y es un día especialmente despejado y soleado, ahí resulta imposible ignorarlos. Refractan la luz del sol y son como pequeños arco irises con voluntad propia, recortándose contra el celeste de afuera.
Me gustaría saber si saben de mi existencia, y en ese caso qué piensan de mí. No sé nada de ellos, pero ellos deben saber todos mis secretos.

2 comentarios:

  1. Jaja, que bueno. Yo les puse nombre hace tiempo: hastratalingas.

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  2. Rafa, me podés decir cómo escribís tan bien?? tus relatos me emocionan, y eso que no los pintás!!!

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A ver qué tenés para decir...