martes, 23 de febrero de 2021

Cabezas de personas

Mi papá fue recolector de basura toda su vida: le permitió ganarse la dignidad propia, comprar un auto y nuestra casita. Fue uno de los trescientos decapitados en el Luna Park. Fue un golpe muy duro para todos nosotros. Me involucré con los conocidos incorrectos y perdí muchos años tras distintos estupefacientes. Mauro, viejo compañero de mi papá, me encontró una mañana dormido en la plaza y me reconoció. Me compró un desayuno, me invitó a su casa para ducharme y finalmente me consiguió un puesto de barrendero. Y mejoré, mejoré muchísimo, hasta que encontré la primera cabeza: resultó ser la de ese profesor de filosofía que desapareció en el camino a Santiago. No recaí en la droga pero falté al laburo por dos días. Hoy ya no me afecta tanto, pero cuando encuentro un bulto en una bolsa abandonada o envuelto en papel de diario, llamo a alguien más para que se ocupe: no me importa si en realidad es una vieja olla arrocera o una bolsa con joyas, las cabezas de personas no son basura para que un barrendero las junte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...