martes, 21 de enero de 2014

Tu muerte en prosa

Me pasó el libro con cuidado, como si fuera una taza hasta el borde, y me dijo que probara. Yo probé: abrí una página cualquiera (ciento ochenta y seis), le pequé una ojeada, metí el dedo y cerré y volví a abrir.
Era otra página. Antes había un diálogo entre dos lechuzas de campo sobre un granjero malo, ahora había un resumen de la Segunda Guerra Mundial, del Marne y París. ¿Qué onda?
Me sonrió por arriba del libro, no necesitaba decirme "te lo dije" en voz alta.
-Una vez que lo abrí -añadió-, leí ahí mismo que si lo abrís seiscientas cincuenta y cuatro veces, vas a poder leer tu propia muerte.
-¿En serio...? Ya voy dos. Tres, cuatro, cinco...

No hay comentarios:

Publicar un comentario

A ver qué tenés para decir...