lunes, 28 de octubre de 2013

Añoro

Añoro los años esos en los que todo podía esperar. La mayor ansiedad era adivinar el punto de salida del sol cada madrugada. Casi siempre era el mismo lugar. Añoro el tiempo que dedicábamos a imitar pájaros, a hacer pozos que abandonábamos por la mitad, aunque nunca supimos a qué profundidad planeábamos cavar. Añoro esa eterna noche que vimos el eclipse lunar. Se eclipsó dos veces seguidas, ¿te acordás? Una a la ida, otra para atrás. Añoro el olor de los perfumes que robábamos, el lado húmedo de los pastos, los tarritos vacíos de azafrán, la memoria de las baldosas flojas, los sábados, los avioncitos de cartón colgados de los árboles, la higuera de tu vereda, los jueguitos de piolín de pizza, los chasquibunes, la nada.

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