miércoles, 17 de septiembre de 2014

Tanta honestidad

Cuando llegamos al grado de intimidad en el que pude decirte que me encantaba la forma en decías "ps", tan gutural y afrancesada a la vez, y entendiste por qué me sonreía tanto cada vez que hablabas de algo hispter. Cuando llegamos al nivel de sinceridad en el que pude hacer referencia a la partitura de lunares de tu espalda, mientras mi dedo batuta dirigía la orquesta entre omóplatos. Cuando alcanzamos el estado de desenfado en el que me permití reír infantilmente de tu ridícula forma de girar la cabeza cuando te mirabas en el reflejo de las ventanillas del colectivo.
Ahí. Ahí debí haber intuido tus intenciones de escapar de mí. Ahí debí haber parado. Ahí debí haberte dejado, yo a vos, con tus hispters guturales, con tus lunares corcheas, con tu flequillo colgando, con mi demonio galopando alrededor.

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