jueves, 20 de marzo de 2014

A Quai

Que la realidad no siempre se siente. Que lo inminente a veces se oculta a sí mismo. Que el cambio más drástico de tu vida puede pasar desapercibido en el tacto de las sábanas húmedas de todos los días, en la forma de ponerte las zapatillas, casual, como de costumbre, en el acto de cepillarte los dientes. Es como si el cambio todavía no estuviera ahí. Como si los copos con leches de esta mañana de víspera tuvieran el mismo sabor de los mil que los precedieron. Como si un día fuera igual a los demás, a pesar de que se sabe que mañana va a ser distinto. Se sabe, pero no siempre se siente. Lo contrario a una premonición. El gesto cotidiano permanece indiferente.

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